Le pareció una magnífica inversión, además por la cercanía a su vivienda y afirma que «se tiró a la piscina». «Estoy contenta de estar aquí. Animo a invertir en la Ferrería, porque es como vivir en un pueblo en medio de la ciudad. Además es cercano a su vivienda. «El paseo de casa al trabajo también me gusta», afirma.
Comenzó a instalarse la pasada primavera. La idea fue sobre todo organizar allí un taller donde poder trabajar. Antes los hacía en casa, pero el volumen de encargos era grande y decidió buscar otro espacio. La idea de crear una escuela surgió después. «Me ayuda económicamente al negocio y es una forma de trabajar con más gente porque al final en la cerámica lo haces bastante solo y es una forma de enriquecerse a nivel personal. Es un taller propio que complemento con cursos de iniciación».