Todos los nombres del Vigo anterior a la expansión urbana

j. miguel gonzález fernández HISTORIADOR Y MIEMBRO FUNDADOR DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS VIGUESES

VIGO CIUDAD

La burguesía ya despuntaba en todos los niveles de la ciudad

19 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En el año 1880 había empadronados en el Concello de Vigo, que comprendía la ciudad y las parroquias rurales de Sárdoma, Freixeiro y Castrelos, 11.070 habitantes, diseñando una imparable línea ascendente, de manera que en 1900 había pasado a 23.344; aún así eran cifras bastante discretas. Bouzas y Lavadores aún eran distritos municipales independientes.

La ciudad se limitaba al llamado Casco Vello y al apéndice de O Areal, aunque se iban configurando nuevas calles como la futura García Barbón (Circunvalación), Ramal (Colón) Príncipe. Las comunicaciones se limitaban a las empresas La Portuguesa, que hacía camino a O Porriño, y la Ferrocarrilana, que iba hasta Carril, donde enlazaba con el tren a A Coruña. Carruajes de lujo alquilaba Arán Conde.

Formaban la administración el Concello, presidido por A. Bárcena Franco (1879-81), el Gobierno Militar (I. Chacón), la aduana (F. Díaz), el lazareto de San Simón (J. Arias), el registro de la propiedad (J. Huguet) y el juzgado de primera instancia, presidido por E. Méndez Brandón. Alrededor de este último ejercían 6 abogados (T. Álvarez de la Braña, D. A. Leyros...) y 5 procuradores (hermanos Ons y Leal, A. Turco...). Tampoco faltaban notarios (J. Álvarez del Quintanal, J. M. Graña, J. M. Lence...).

La industria no era uno de los puntos fuertes de la economía viguesa. Residían en la ciudad 10 fomentadores de la pesca, los más de linajes catalanes (Barreras y Barreras, Buch y Poch, Moreu, etc), junto con el cangués J. F. Graña. Sin embargo, sus fábricas de repartían entre O Areal y, la playa de Coia, excepto la del último, situada en la isla sur de Cíes. Había 3 fábricas de chocolate, entre ellas, la de A. López de Neira en la calle del Príncipe. F. Solleiro Negrete tenía una factoría de curtidos en su finca de S. Amaro (O Castro). La fundición de A. Sanjurjo Badía estaba en la

Circunvalación. A un nivel inferior estaban 2 de jabón y una de cola, y otra de puntas de París. Casi todas ellas situadas en el extrarradio.

El verdadero puntal de la riqueza era el mar. El caudal de la emigración transoceánica y el tráfico internacional de mercancías justificaba que hubiese 3 empresas consignatarias de buques, 5 agentes de aduana (P. Serra Fonfredo, J. B. Vicetto Vez, etc), 2 corredores con fianza y uno sin ella. Las actividades pesqueras estaban representadas por la gran familia Tapias y P. Yáñez, mientras que el linaje Barreras y Ferrer y Cía regentaban almacenes de efectos navales. Los astilleros tendrán que esperar un poco ya que entonces se limita la construcción de buques tradicionales a F. Parallé Nuñell.

El otro sector importante era el del comercio al por mayor y la propiedad de solares. En Vigo había establecidas nada menos que 51 casas, número muy elevado, entre las que se encontraban los hermanos Bárcena, Barreras, C. Cividanes, M. Mulleres Millet P. Sensat Hermo, Villoch, los Curbera, J. R. Conde y Lafuente y Cía., por citar los más conocidos. Asociados a los mercaderes y consignatarios estaban los consulados, viceconsulados y agentes consulares, de 15 países de América Latina y de la Europa atlántica, de ellos 10 eran españoles, destacando por acumulación el plutócrata Manuel Bárcena (Austria, Bélgica, Dinamarca, Gran Bretaña, Prusia y Noruega-Suecia). Tan solo Portugal contaba con un cónsul (A. Guedes) y un vicecónsul (J. Monteiro).

Para la sociabilidad nada mejor que los centros recreativos. Estaban El Casino de Vigo, el Liceo Artístico, y la Tertulia Recreativa. Los dos primeros con mesas de billar, como 3 particulares, y el Casino estaba autorizado para juegos de cartas. Los que se podían permitir lujos estaban surtidos por un par de tiendas de sombreros, el platero B. Varela, los relojeros V.M. Domínguez y M. Pallares, el confiero M. Moyano y la loza fina de J. Patón o I.

Carrasco; F. Prósperi y el pintor R. Buch hacían fotografías con arte.

Los más pudientes de Vigo a principio de la década de 1880 eran, con diferencia, los hermanos Augusto y Manuel Bárcena Franco (en 1891 conde de Torrecedeira), F. Solleiro Negrete, A. López de Neira, A. Sanjurjo Badía, J. R. Curbera Puig y Leonardo Pardo, todos grandes hombres de negocios e industriales. La alta burguesía ya marcaba la pauta social.

Historiador y miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses