La cima de la arquitectura contemporánea

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

El campus universitario acoge algunas de las construcciones más brillantes realizadas en Vigo

27 dic 2021 . Actualizado a las 18:17 h.

Desde una vista aérea, el campus de la Universidad de Vigo semeja una isla en los montes periurbanos de la ciudad. Allí arriba, en la parroquia de Zamáns, ha ido creciendo lentamente una ciudad universitaria durante los últimos cuarenta años. Así como Lagoas-Marcosende es una de las sedes principales de la institución viguesa, también se ha convertido en una ruta imprescindible para ver por dónde ha ido la arquitectura contemporánea en las últimas décadas.

En octubre de 1977 se ponía en marcha el Colegio Universitario de Vigo (CUVI) con el impulso de la Caja de Ahorros Municipal de Vigo. Aún era un organismo dependiente de la Universidad de Santiago de Compostela que presentaba una oferta reducida e incompleta. De aquellos tiempos es el edificio que hoy en día acoge la Facultad de Filología, una obra de Desiderio Pernas en la que prima la funcionalidad educativa sobre cualquier otra premisa. Hay quien sostiene que este edificio es el que cumple mejor la función para la que fue creada en el campus vigués.

El siguiente y más importante paso llegó en 1990, cuando nació la Universidad de Vigo ya segregada de la compostelana. Desde ese momento se produjo una explosión constructiva paralela al crecimiento de la propia superficie del campus. El eje central de ese espacio académico está constituido por el aulario, la zona comercial y la plaza diseñados por Enric Miralles, que completó a su muerte Benedetta Tagliabue. Con una estética de ciencia ficción, la arquitectura se adapta a las circunstancias del terreno, aportado soluciones útiles y estéticamente hermosas. La aportación de Enric Miralles y Tagliabue se completa con el edificio de actividades deportivas y el rectorado (oficialmente, edificio Ernestina Otero), cuya fachada combina hormigón, granito, acero, madera y cristal.

El tercer nombre importante en la conformación arquitectónica del campus es Alfonso Penela, el mismo arquitecto que actualmente está pendiente de la realización del complejo urbanístico denominado Barrio do Cura y ve cómo el Pirulí sigue su transformación en ciudad judicial. El arquitecto vigués firmaba en 1991 la Facultad de Económicas y Empresariales. Hace unas semanas, durante la celebración del treinta aniversario de este edificio, Penela recordó que se había construido en un claro del bosque, utilizando una plomada y un metro. En su intervención, el arquitecto destacó la división que se realizó del bosque, «que era cuarta fachada do edificio», y se refirió a unas aulas «tipoloxicamente novidosas porque todas se unían dous a dous e incluso tres a tres, cunha rúa única que ía á aula que sube e á que baixa e crea a posibilidade de atoparse». Penela criticó, sin embargo, la posterior expasión del campus: «Logo empezou o desastre, empezáronse a construír edificios polo monte, como se fosen vivendas particulares. Cando xurdiu a intención de conectar empezaron os problemas porque había decanos que non querían quitar a valla metálica que os delimitaba e iso non favorecía o desexo de construír un verdadeiro campus».

El rectorado vigués quiso corregir ese desorden hace unos años, encargándole al arquitecto portugués, premiado con el Prikzer Paulo Mendes da Rocha un proyecto que debía estructurar e interconectar el campus a través de torres y pasarelas. La falta de fondos dejó el proyecto sobre el papel.

Alfonso Penela diseñó posteriormente otros edificios de gran belleza y contemporaneidad, como la residencia de estudiantes; la sede de la Cidade Tecnolóxica de Vigo (Citexvi); la Facultad de Ciencias Jurídicas y del Trabajo; el Centro de Investigaciones Biomédicas (Cinbio); y el Módulo Teconológico Industrial (MTI). Penela es uno de los grandes arquitectos de la actualidad y su obra, como se puede ver, está muy presente en este recorrido por el campus vigués.

Otra de las paradas obligadas de este sendero arquitectónico nacido en el campus vigués se sitúa en la biblioteca central. El edificio, que es obra de Pilar Díez y Alberto Noguerol, fue finalista en el Premio de Arquitectura Española en el 2002. «Un gran piano recortado y doblado, en parte, inclinado, como cubierta, plaza y puente. Debajo, la biblioteca», decían en su momento los autores de la obra.

La Escuela de Minas y Telecomunicaciones fue la aportación de César Portela, Gabriel Santos Zas y César Padrón a este homenaje a la contemporaneidad constructiva. El edificio vuelve a cumplir con la característica principal del conjunto, la adaptación a la difícil orografía del campus, ya en su vertiente del embalse de Zamáns, con el Galiñeiro justo en frente.

A pesar del gran esfuerzo realizado por la Universidad de Vigo por dotar al campus de montaña de la mejor arquitectura posible, no han faltado algunos críticas. A la ya expuesta por Alfonso Penela respecto a la falta de orden en la configuración global del espacio, los propios estudiantes también han aportado algunas quejas en algunos de estos edificios, como la presencia de humedades e incluso goteras, o la sensación espiritual de frialdad. En cualquier caso, el campus universitario vigués es una magnífica oportunidad para ver arquitectura contemporánea. De hecho, han sido varios los grupos de estudiantes extranjeros de arquitectura los que han pasado por Lagoas-Marcosende para apreciar algunas edificaciones que sin duda ya están en la historia arquitectónica de la ciudad de Vigo y de Galicia.