Llega a Vigo la comida con consciencia

María Jesús Fuente Decimavilla
maría j. fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

El restaurante Aplomo se apunta a la alimentación rica y sana sin etiquetas

05 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El movimiento por una alimentación consciente o mindful eating gana cada vez más adeptos que buscan mejorar la forma de relacionarse con los alimentos y disfrutar plenamente de la comida.

La cocina consciente trata de ayudar a conseguir esas buenas sensaciones. Es lo que hace Siro González con los productos que ofrece en Aplomo, su restaurante de la calle Zamora. Pretende que los clientes disfruten con los platos que sirve. Para ello, está convencido de que es importante saber lo que se lleva a la boca. «Conviene conocer lo que se come y de dónde viene, hay que buscar una dieta equilibrada y sana para el cuerpo y el espíritu», dice el gerente del establecimiento. A esto suma la necesidad de dedicarle tiempo, de hacerlo con cierta pausa, y no solo de engullir.

Entiende que con el acto de comer se llena el cuerpo de energía para seguir adelante. «Si observas a la gente, va en modo automático, con prisa; si le preguntas adónde va, no sabe responderte. Es una dinámica que nos empuja. Preguntas qué tal el fin de semana y te dicen: ‘A tope’. Y no saben ni lo que hicieron. No somos conscientes de cada momento que vivimos».

Presume de que el 95 % de sus proveedores son de proximidad, de kilómetro cero. En algunos sitios incluso cultivan las hortalizas para ellos: «Es preciso comer sano y cuidar esos detalles. El pescado es de aquí, vamos al mercado, tenemos pastas frescas, las pizzas son de masa madre con fermentación de al menos 24 horas. A veces tenemos dificultades para servirlas porque hay días que se agotan».

Está convencido de que la persona que come bien se va a encontrar bien, no al día siguiente, porque es un proceso, pero lo va a notar. Incluso, dice, puede sanar. Por el contrario, añade, comiendo mal todos los días te puedes intoxicar lentamente.

Su restaurante nació en época de pandemia, precisamente con la idea de ayudar a mejorar la situación. «En nuestra oferta gastronómica buscamos sano y rico, pero sin etiquetas; comer bien es comer rico», señala. En la carta se puede encontrar arroz de setas y castañas, ensalada de lubina con aceite verde de primera prensa en frío, costilla de vaca gallega asada nueve horas, merluza confitada con verduras... Tampoco los postres pasan desapercibidos, como la tarta de pimientos de padrón, o zumos como el de espinacas con té, jengibre y apio. Tienen plato del día, pero ¡ojo! Advierte que no es menú, para no crear confusión. El cliente que quiera algo más que el plato, tendrá que abonarlo aparte, ya sea bebida, postre o café. El precio es de 8 euros. Si se toma agua, no sube de eso.

Para quien quiera disfrutar de sus platos durante toda la semana, el precio se ajusta a 7 euros. Se puede comer en el local o llevar para casa. Cada domingo publica los platos de la semana siguiente con el fin de que los clientes puedan planificar con tiempo y saber lo que van a comer. La clientela es en una parte importante de la zona y también de otras que quieren conocer una oferta diferente. «El enfoque es hacer bonita la vida diaria, convertir lo ordinario en algo hermoso. Nos arriesgamos a dar consejos porque la gente está abierta a lo que le digas y toma nota.

Sobre el riesgo de abrir en pandemia explica: «Hubo gente que me proponía si montábamos un restaurante y de repente pensé que era el momento porque disponía de tiempo. Es cuestión de adaptarse. Es como saber navegar, hay una tormenta y sales y con tus conocimientos mueves las velas». «Hubo que cambiar la manera de pensar», comenta este santiagués.