Una ley que (aún) no cierra Vigozoo

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

La nueva normativa sobre bienestar animal prevé cursillos para propietarios de perros y en Vigo solo hay un profesional

06 dic 2021 . Actualizado a las 17:52 h.

El anuncio de la nueva Ley de Bienestar Animal incorpora algunos aspectos que nos tocan de cerca, por lo que procede hacer una aproximación. En primer lugar, la que tiene que ver con los zoos. La ley se limita a recoger lo que ya es norma de la unión internacional de zoos y acuarios, que los definen como «oficiales de conservación», que viene siendo una forma críptica de decir que su finalidad ya no puede ser una simple casa de fieras y convertirse en lugares destinados a la conservación y cría de especies amenazadas con el objetivo (esto es importante) de su reintroducción en su medio natural, que es donde tienen que estar.

Adaptar Vigozoo a lo que debería ser un zoo moderno implica dos acciones inviables. Por una parte, al menos duplicar su superficie (seguiría estando en la peor ubicación posible en lo alto de una ladera orientada al norte), algo inviable cuando por sentencia firme del TSXG el Concello está ocupando ilegalmente unos terrenos propiedad de la comunidad de montes de Teis, y significaría duplicar también su presupuesto. Son unas cuantas décadas las que llevamos argumentando que a Vigozoo no le queda otra reconversión que su cierre, paralelamente a las décadas de anuncios y promesas incumplidas sobre su nuevo modelo sin definir, que en todo caso solo podría ser transformarse en una instalación de apoyo a los centros de recuperación de fauna silvestre de la Xunta. Es tanto como convertirlo radicalmente en todo lo contrario de lo que es en la actualidad, incluyendo eliminar mayoritariamente la exhibición de animales.

La prohibición que incluye la ley para adquirir nuevos ejemplares (a su vez condenados a cadena perpetua, como los que ya malviven en A Madroa) solo deja abierta la posibilidad del intercambio con otros zoos que no dejará de ser prolongar la agonía de una instalación que, por sus características, solo mantiene abierta el empecinamiento municipal. 

Curso

Otro aspecto que generó cierta polémica cuando se anunció el anteproyecto de ley es el que dicta que antes de tener un perro (por favor, siempre adoptado) se precisará hacer un cursillo previo por parte de sus propietarios. Es una buena medida, porque tener un perrito no consiste solo en darle de comer y sacarlo a pasear, sino algo más complejo. El problema es quién imparte esos cursillos. Demasiada gente ha visto los vídeos del «encantador de perros» y ha llegado a la conclusión, errónea, de que esto es muy fácil y lo hace cualquiera. Salvo error u omisión en Vigo (y seguramente en Galicia) solamente Juan Freire, del centro Ramalladas en Vigo, cuenta con titulación oficial reconocida por el Ministerio para impartir certificados de profesionalidad en etología y adiestramiento canino. Esta ley debería precisar quiénes serían las personas acreditadas (y su correspondiente itinerario formativo) para impartir dichos cursillos. No imaginamos a Juan Freire dando centenares de miles de cursillos de formación a futuros propietarios perrunos, pero seguramente sí para la formación de formadores. Juan está cansado de reequilibrar a perros (y propietarios) que previamente fueron maleducados por muchos de estos aficionados que generalmente tampoco existen para la hacienda pública. Esto es algo que tendrá que desarrollarse a posteriori y muy probablemente las competencias sobre esos cursillos recaerán en las comunidades autónomas. 

Circos

Otro apartado de la nueva ley incluye la prohibición de los circos con animales. En esto, Vigo ya se adelantó y felizmente hace años que en nuestro término municipal se prohíben esos lamentables espectáculos.

Siendo una normativa muy positiva, que tampoco era difícil visto el panorama, anotamos entre sus sombras el mismo pecado original que comparte con la ley autonómica de bienestar animal, aunque en este caso en Vigo no nos afecte. Porque hace décadas que no tenemos «fiestas» de ese tipo, pese a que no hace mucho hubo un intento de retomarlas: nadie tiene todavía el valor suficiente para enfrentarse con la tauromaquia. Cualquier ley que excluya las corridas de toros y demás festejos consuetudinarios con base en la tortura como espectáculo nunca será una ley avanzada.