El Concello de Vigo debería multarse a sí mismo

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

La ordenanza municipal prohíbe colgar adornitos y parafernalias en el arbolado urbano, como la Alameda

21 nov 2021 . Actualizado a las 20:39 h.

No sabemos si alguna vez se fijaron en ella, pero tenemos en los jardines de la Alameda una placa que, instalada sobre un soporte a medio camino entre el barroco y el modernismo, dice lo siguiente: «Siendo estos jardines propiedad de todos los ciudadanos a todos ellos interesa su conservación. Por esto los pone bajo su especial cuidado y vigilancia. El alcalde». La placa lleva instalada muchos años, casi desde el principio de la propia Praza de Compostela, cuando todo ese espacio se rellenó ocupando el mar, se urbanizó y ajardinó y se convirtió en el lugar en el que la ciudad de Vigo se veía a sí misma y se gustaba. Como más de un siglo después sigue allí entendemos que no ha sido derogado el mandato que dirige expresamente a la ciudadanía, por eso hoy queremos presentar ante el sucesor del firmante de la misma una denuncia dirigida, paradójicamente, al propio firmante.

Debería saber el alcalde que instalar un mercadillo navideño, lleno de casetas, pérgolas luminosas ancladas en los árboles y parterres, megafonías y cañones de nieve artificial no ayuda mucho al cuidado y conservación de estos jardines. Más bien todo lo contrario, y especialmente grave en un espacio tan sensible como un jardín histórico. En cualquier caso, la responsabilidad del cuidado y conservación de los jardines que en esa placa histórica se deja a cargo de la ciudadanía no es mucho más que una obligación moral y una llamada al civismo.

Paralelamente tenemos algo más prosaico, como son las ordenanzas municipales de medio ambiente. En ellas, a pesar de que llevan décadas sin actualizarse (las sanciones siguen figurando en pesetas) se prohíbe expresamente colgar adornitos y parafernalias varias en el arbolado urbano. Si esta ordenanza es de aplicación con carácter general, mucho más cuando se trata de ejemplares incluidos en el catálogo de árboles singulares del Concello. Lo que nos lleva a nuestra protagonista: la magnífica Araucaria excelsa (abeto, según el regidor) de gran porte que preside la entrada a los jardines. Nuestra ilustre y longeva vecina lleva con nosotros desde finales del siglo XIX, es más que centenaria, y por eso figura destacadamente en dicho catálogo de árboles singulares, ya saben, aquellos ejemplares a los que el Concello debe proporcionar mayor cuidado, vigilancia y protección. Cuesta imaginarlo cuando estas noches la vean llena de luces, incumpliendo todas las obligaciones municipales, tanto las morales como las legales derivadas de sus propias ordenanzas. En el proceso de ignorar las ordenanzas e instalar las luces se llevaron por delante una buena cantidad de hojas y ramas (otro tanto sucederá cuando las retiren) y ahora, llena de luces y soportando el peso extra de su cableado y la alteración de su ciclo vital se irá debilitando con esta agresión añadida a las amenazas cotidianas que sufre por la colmatación del terreno, la falta de oxigenación de las raíces, la falta de nutrientes esenciales en la tierra y la contaminación atmosférica. A consecuencia de todo esto, algún día llegará la motosierra para talar a nuestra vieja Araucaria con el argumento de que «estaba enferma y era un peligro». Previamente ponemos todo de nuestra parte para conseguir que enferme.

Aquí dejamos esta información, cumpliendo la obligación que nos traslada esa placa histórica de la Alameda, para que el Concello de Vigo pueda presentar una denuncia al Concello de Vigo e imponerse la correspondiente sanción a sí mismo por incumplir sus propias ordenanzas municipales de medio ambiente. Otra opción sería retirar la vieja placa y tirarla junto a otras muestras de nuestro patrimonio urbano en el parque de maquinaria para que, al menos, el sucesor del firmante de la misma no tenga que ruborizarse al pasar ante ella. Por lo demás, bien podríamos declarar festivo local cada 20 de noviembre, como Día del Gran Fogonazo. O como el día que negamos la emergencia climática y presumimos de ello a base de millones de luces, que viene siendo lo mismo.