12 toneladas de gases de efecto invernadero por cada vigués

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

El total es la suma de las distintas actividades que se realizan en la ciudad y fuera de ella pero en su beneficio

08 nov 2021 . Actualizado a las 19:37 h.

Parece que la cumbre del clima COP26 de Glasgow nos queda lejos, pero en realidad allí se están diciendo y decidiendo cosas que nos afectan directamente y por eso vamos a hacer un ejercicio de trasladarlo al ámbito local. Para empezar, deberíamos hacer un diagnóstico de la enfermedad y a continuación aplicar el tratamiento. Vamos con el diagnóstico en base a los informes de la oficina del Valedor do Cidadán y la Universidad de Vigo.

 En una primera aproximación, Vigo supera los dos millones de toneladas anuales de emisiones de gases de efecto invernadero, pero en realidad son muchas más. Se componen fundamentalmente del ya tristemente famoso dióxido de carbono (CO2), pero incluyen también metano (CH4) y óxido nitroso (N2O) y se reparten de esta forma: 759.287 toneladas por transporte, que incluye principalmente carretera (735.946 toneladas), 16.078 toneladas por ciclos de despegue y aterrizaje de tráfico aéreo, 7.107 en transporte marítimo (incluye sector pesquero, pasajeros y mercancías) y 154 toneladas en tránsito local en tren (pasajeros y mercancías). Manufacturas y construcción suman otras 101.317 toneladas. Equivalente local al consumo de energía de la industria: 568.500 toneladas. Quemar nuestros residuos urbanos, aunque la chimenea esté a 160 kilómetros de distancia, 81.002 toneladas. Sector residencial, institucional, comercial y agricultura y pesca local, 567.498 toneladas. Existen otras fuentes de emisiones, como la Universidad, que, a pesar de su política de reducción de CO2, emite 27.000 toneladas. Finalmente, entre otras, unas anecdóticas 1.000 toneladas en fastos navideños o 35 toneladas de rampas mecánicas y ascensores del Vigo vertical.

Nos saldrían de momento unas 6,9 toneladas anuales de CO2 por cada vigués y viguesa. ¿Les parece mucho? Pues no hemos terminado, todavía nos falta añadir un dato importante: la energía. En rigor, deberíamos duplicar el total si le añadimos el coste climático de la energía que consumimos en la ciudad, que aunque no se produzca aquí es nuestra responsabilidad, y sumaría 1.996.604 toneladas más. El total supera los 4 millones de toneladas anuales.

El impacto climático de cada vigués y viguesa se traduciría finalmente en 12 toneladas de gases de invernadero por persona cada año. Quizás si imaginásemos individualmente una masa de 12.000 kilos de veneno cayéndonos encima empezaríamos a ver el cambio climático como una auténtica emergencia. La tendencia no va a mejor, sino todo lo contrario: entre los años 2003 y 2012, el último del que tenemos una referencia pormenorizada, las emisiones de gases de invernadero en Vigo aumentaron un 7,7 %.

Al otro lado de la balanza tenemos que mencionar el capítulo de absorciones, lo que viene siendo la capacidad de los ecosistemas naturales locales para retener y fijar gases de invernadero. Los protagonistas fundamentales serían los árboles, especialmente los de gran porte y la ría. La capacidad total de absorción natural de los ecosistemas vigueses es de 19.361 toneladas anuales.

Calculen ustedes la desproporción entre los más de 4 millones de toneladas que emitimos y lo que nuestra naturaleza puede absorber. Los síntomas leves de esta enfermedad ya están manifestándose con especial incidencia en Vigo, como demuestran los datos ya medidos de las evidencias del cambio climático. Los síntomas graves están a punto de llegar y cuando lleguen será el anuncio de que ya es demasiado tarde para actuar, y hagamos lo que hagamos la situación será irreversible.

Estamos a tiempo, pero nos queda poco tiempo, quizás menos de una década para aplicar cambios radicales según nos alerta la ciencia. Somos como aquellos grandes dinosaurios mirando llegar el meteorito; la vida en la Tierra sobrevivió, pero ellos no. La gran diferencia es que los dinosaurios no pudieron hacer nada para evitar su fin.