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La ETEA forma a los especialistas de la Marina

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

SOMOS MAR

En 1951, a través de una orden ministerial, se creó la Escuela de Transmisiones y Electricidad de la Armada. Sus terrenos esperan ahora para albergar un centro de investigación universitaria, el Campus do Mar

27 oct 2021 . Actualizado a las 01:10 h.

En el tramo final del año 1951 comenzaron los trabajos en la base naval de Ríos, en el barrio vigués de Teis, para adaptarse a su nuevo cometido. En abril de ese mismo año, el Ministerio de Marina había publicado la orden por la que se creaba la nueva Escuela de Transmisiones y Electricidad de la Armada, que se popularizó con el acrónimo ETEA y por la que también pasaron, además de los marineros especialistas profesionales, miles de gallegos para cumplir con el servicio militar obligatorio que estuvo vigente hasta hace dos décadas.

La tradición militar del lugar había comenzado años antes. En octubre del año 1916 habían comenzado los trabajos preparatorios para la creación de la base naval, hecho que levantó el malestar de muchos vecinos que vieron expropiados sus terrenos, pero que también acabaría transformado la zona.

Aquella guarnición fue creciendo en las décadas posteriores e incluso adoptó un cariz académico para acoger los cursos de transmisiones antes de la creación de la propia ETEA. Pero la transformación del enclave naval fue la decisión de crear una escuela para los especialistas de la Armada. Ricardo Fernández Folgado recuerda, en su crónica sobre estas instalaciones, que el primer comandante de la escuela fue Manuel Álvarez-Ossorio y que el curso académico empezó en 1952. La pequeña ciudad militar estaba todavía en proceso de construcción y, poco a poco, fueron surgiendo los edificios que hoy en día conocemos. La gran mayoría de ellos recibieron nombres relacionados con la electricidad, por aquello de estar en consonancia con las materias que se impartían en la formación de cabos especialistas. Faraday, Morse, Siemens y Kelvin denominan a las principales edificaciones de este lugar.

Al tiempo que se desarrollaba la ETEA, el barrio de Teis notaba de una forma importante la presencia de los militares, muchos de los cuales alquilaban habitaciones en casas de vecinos de la parroquia, con el consiguiente ingreso económico. La tarde de los viernes o de los domingos, la calle Sanjurjo Badía acogía un desfile de uniformes azules o blancos, según la estación del año, que salía de la base o retornaban.

A partir de 1988, las mujeres se pudieron incorporar en España a la milicia como profesionales, algo que también empezó a notarse, poco a poca, en las instalaciones de Teis. En 1993, La Voz de Galicia dedicó un reportaje a su presencia en la ETEA. Se hablaba de Raquel, Esther, Pilar, Teresa y Angela como las primeras aspirantes a marinos profesionales. Claro que solo eran cuatro entre 81 compañeros varones. Todo concluyó en el verano del 2002. El 20 de julio se podía oír en el patio de armas por última vez la estrofa: «En Lepanto la victoria y la muerte en Trafalgar». Un mes después, se cerraban las instalaciones y la formación que allí se impartía se trasladaba a Ferrol.

A partir de entonces comenzó un proceso de deterioro, de reclamaciones vecinales para recuperar espacios y de proyectos todavía no realizados. Mientras la vegetación trepaba por lo edificios, los vecinos reclamaron la apertura de la zona para ganar un espacio de ocio en el barrio.

En el año 2004, y tras denegar el Estado el retorno de los terrenos a sus antiguos propietarios, Zona Franca adquiere al Ministerio de Defensa los terrenos y todos los edificios por 28 millones de euros.

Hubo que esperar hasta el 14 de febrero del 2009 para se abrieran las puertas de la ETEA a la ciudadanía. Ahora, ese espacio aguarda una nueva transformación. Por un lado, se construirá un centro de atención a personas mayores de Vigo que financiará y construirá la Fundación Amancio Ortega; por otro, en un futuro se instalarán en algunos de los edificios más nobles de la antigua escuela algunas instituciones del Campus do Mar, que impulsa la Universidad de Vigo. Allí se trasladará en un futuro el CSIC y el Instituto de Investigaciones Mariñas. Así que la antigua playa de Ríos se ha ido transformando a lo largo del último siglo para convertirse en un lugar de ocio, de atención a los mayores y de investigación científica.