Los cien años de Mari Paz, la asturiana que superó dos veces el covid en Vigo

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Lo celebró con su familia con una fabada, arroz con leche y sidra

18 oct 2021 . Actualizado a las 22:35 h.

La historia de Mari Paz Crespo Fernández, asturiana de pura cepa que aún habla en bable aunque lleva cerca de 70 años en Vigo, es de las de novela o película de la Guerra Civil. A los 17 años, llevándole comida a su padre, preso por republicano en la cárcel de la localidad asturiana de Infiesto que fue bombardeada durante la contienda, conoció al que luego sería su marido, un porriñés metido a mecánico que hacía guardia como soldado del bando nacional en aquella prisión.

Mari Paz perdió a su madre con 5 años, fue criada por su abuela y está curtida en mil pequeñas batallas cotidianas de trabajo duro y sacrificio. Madre de 6 hijos (dos de ellos fallecidos de bebés) y viuda desde no hace mucho (su esposo, que trabajó en la fábrica de cerámica Santa Clara, de Álvarez, llegó hasta los 96). La pareja se fue a  Galicia ya con tres hijas, buscando un futuro mejor.

Su vástago menor, Ramiro, de 70 años, nacido ya en O Porriño, cuenta que la familia ha querido celebrar a lo grande los 100 años que cumple su madre tras pasarlo muy mal debido al virus del covid. No por la enfermedad, que superó casi sin síntomas, sino por la soledad, desorientación y aislamiento que conllevó todo aquello.

Ella fue de las primeras en contagiarse. Vive desde hace 5 años en la residencia DomusVi de Barreiro. Allí dio positivo por primera vez y tras negativizarlo fue trasladada a la residencia de Tempo Libre de la Xunta de Galicia en Patos, que había sido habilitada para realojar a usuarios libres de covid.

Pero como recuerda Ramiro, la llevaron al hospital por otra dolencia y en los controles rutinarios detectaron que volvía a tener coronavirus, que de nuevo pasó sin problema.

Mari Paz Crespo, que tiene 14 bisnietos y 12 nietos, sopla las velas del siglo rodeada de casi medio centenar de familiares que han llegado hasta de Oviedo, y una vecina a la que quiere igual o más sin consanguinidad alguna. Nacida el 17 de octubre de 1921, lo festejaron ayer en un local de Nigrán por todo lo alto, con un menú muy asturiano: fabada como plato único, arroz con leche de postre y escanciado de sidra a esgalla.

Paz Crespo está como una rosa. «Está un poco sorda, pero es muy fuerte y está muy bien», apunta su hijo, que recuerda con orgullo que fregó muchas escaleras para sacarlos adelante.