El cuerpo consular en Vigo se remonta al siglo XVII

j. miguel gonzález fernández

VIGO CIUDAD

cedida

Los vicecónsules eran importantes hombres de negocios

18 sep 2021 . Actualizado a las 22:09 h.

Las representaciones consulares iban antaño muy ligadas al comercio internacional. Vigo, por ser puerto franco y abierto cuenta con vicecónsules desde pasado el ecuador del siglo XVII. El primero conocido fue Antonio Mauricio, representante de los flamencos o Naciones del Norte. Coincide con la llegada de la flota de Ostende (Flandes Oriental), tomada por los enemigos de España en 1660, y que se dedicaron sobre todo a la actividad corsaria.

Le sigue Domingo A. de Otero, cónsul de Portugal desde 1690 hasta su muerte en 1738, Vivió los enfrentamientos bélicos derivados de la Guerra de Sucesión al trono de España, y el gran corso francés. Hombre muy activo, hacía de intermediario con los lusos. También los armadores-comerciantes italianos tuvieron su protagonismo en el primer tercio del XVIII. G. Giraldino fue vicecónsul de Holanda y J. Malatesta de Génova. Ambos se caracterizaron por ser hombres de la mar y avecindados en Vigo.

A pesar de que España estuvo en contante guerra con Inglaterra a lo largo del siglo XVIII no por ello faltaron sus representantes consulares en la villa olívica. Con los apellidos castellanizados, encontramos por orden cronológico a Timoteo Ares (contemporáneo del francés J. Brige), Raimundo Rite, Ricardo Arcediago y Samuel Blanco. En realidad se trataba de irlandeses, se supone que católicos, aunque el último se convirtió a la hora de su muerte en 1764. Como los de otras naciones, residían en el extrarradio de O Areal, dado que Vigo carecía de puerto y los buques anclaban en el litoral de O Pozo, en el límite de A Calzada.

Según el castro de Ensenada (1753), el represente británico en Vigo lucraba 2.200 reales del «utilidades fiscales», una cantidad nada despreciable , aunque bastante por debajo de los comerciantes de lo grueso, lo que le permitía un nivel de vida desahogado, con lo que era un buen puesto. ¿De dónde les vienen los ingresos?. Básicamente de los derechos de embarcaciones de arribada, carga y descarga. Curiosamente, se les entregaban los prisioneros que hacían los buques corsarios para enviarlos a su país, lo que tenía «premio». Pero la gran eclosión de los titulados cónsules y vicecónsules tiene lugar en el último tercio del siglo XVIII, momento de gran desarrollo del comercio incluso americano, cuando ya cabe hablar de un verdadero cuerpo de representantes de países extranjeros.

A diferencia de épocas anteriores, ahora serán todos hombres de negocios de Vigo, lógico por tratarse de los más interesados. El primero fue Francisco Manuel Menéndez, un gran comerciante, quien en 1771 es nombrado vicecónsul de Inglaterra, a lo que con el tiempo sumará el cargo de Portugal, países ambos aliados, que a menudo estaban en guerra con España, también de los EE.UU. Y de Suecia. A su muerte en 1815 le sucedió su hijo Leopoldo Menéndez.

En 1774, otro comerciante, Félix Rodríguez Rin, era vicecónsul de Holanda, un estado poco amigo, pero con gran tradición en la práctica del intercambio mercantil. Gregorio Pastor, de una importante familia de origen riojana, representaba a los Estados Unidos, ahora independientes, y en 1810 nombran a Manuel Táboas, asimismo de EE. UU., Rusia, Dinamarca y Cerdeña. Ya más tardío, pero de otra importante saga cuyo eco llega hasta hoy, es Manuel Bárcena, político, industrial y comerciante, el cual en 1842 es designado agente consular de Norteamérica.

Sin duda, los más vinculados fueron el clan que encabezaba el mercader nativo de San Juan de Luz Pedro Lapeire (muerto en 1805), que mantenía una fluida e intensa relación de tráfico de mercancías y corso con los galos. De la misma población era su sobrino y socio Pedro Arizmendi. Junto con su hijo José Lapeire fueron vicecónsules de Francia en Vigo y el último también de Rusia; cuñado del citado Gregorio Pastor, muerto en 1809.

Finalmente José Zermelo, apoderado dela firma compostelana Pérez de Santamarina, llevaba hacia 1800 las corresponsalías de Holanda, Dinamarca y Suecia.

En la década de 1920, época dorada del tráfico trasatlántico a América, se contaban más de treinta viceconsulados en Vigo. Hoy, al reflujo de nuevos tiempos, apenas quedan un puñado de países muy ligados a Galicia (Portugal, Venezuela, Argentina) o bien honorarios (Dinamarca, Grecia).

Historiador y miembro fundador del Instituto de Estudios Vigueses