Vigo: un modelo de ciudad que no escucha a los ecologistas

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

El Plan Xeral no ha contado con el Consello Sectorial de Medio Ambiente, que lleva diez años sin convocarse

01 sep 2021 . Actualizado a las 18:41 h.

Dicen que dijo Eduardo Galeano: «Solo los pozos se construyen desde arriba». Bien podría ser esta frase la que figurase en la portada del documento inicial del PXOM de Vigo aprobado el pasado jueves. La principal crítica realizada a izquierda y derecha ha tenido que ver con su proceso de elaboración, que no ha contado con una participación real, y horizontal, de la ciudadanía. Nos sumamos a esa crítica y otra vez (estamos últimamente muy insistentes con este asunto) nos planteamos una pregunta que quizás no tenga la respuesta más simple: ¿Qué entendemos por participación ciudadana?

 Quizás la respuesta obvia sería que un proyecto, especialmente el que será el marco de referencia que determinará el modelo de ciudad en el que viviremos las próximas décadas, fuera elaborado de forma horizontal entre todos y todas, escuchando y consensuando las distintas visiones, intereses y contextos hasta llegar horizontalmente a un documento final.

 Eso es un proceso participativo. Elaborar el documento desde el gobierno municipal escuchándose a sí mismo y someterlo, una vez elaborado, a la consulta pública es, además de una obligación legal (no queda otro remedio, se quiera o no), un mero proceso consultivo pues siempre la última palabra, traducida en aceptar o no las alegaciones que se presenten, la tiene quien manda. Es la diferencia entre la democracia horizontal y la vertical.

 Pero pongamos el foco en la parte medioambiental como ejemplo de caso. Dentro de los órganos oficiales de participación ciudadana del Concello existe, pues formalmente nunca se eliminó, el Consello Sectorial de Medio Ambiente. Así figura su definición en la web municipal: «En el 2000 se constituyó el Consejo Sectorial del Medio Ambiente, órgano en el que están representados los principales agentes relacionados con la protección de la naturaleza, con voz y voto para el debate». Lo que no indica esa información es que dicho órgano de participación, también consultivo, no participativo, lleva más de una década sin reunirse.

 Más antiguo, pero también igualmente en vigor, está nuestra Agenda 21, uno de los acuerdos asumidos en aquella lejana cumbre mundial de Río 92. Para la acción a nivel más cercano se diseñó ese instrumento en el que se trasladaban a las administraciones locales los compromisos y actuaciones de sostenibilidad que nos permitirían encarar un siglo XXI con un medio ambiente en buen estado.

 La Agenda 21 dictaba transversalmente a todas sus medidas una herramienta fundamental: la participación pública de la ciudadanía, articulando mecanismos permanentes, abiertos y ágiles que garantizasen esa participación. El Concello de Vigo firmó su compromiso con la Agenda 21 en 1995, la metió en un cajón y allí sigue.

 Y así llegamos al nuevo PXOM. Lamentablemente, salvo error u omisión, ninguna de las asociaciones ecologistas con representación en la ciudad figuramos entre las afortunadas entre esos «centenares de asociaciones» que el Concello dice que consultó para elaborarlo. No es algo excepcional, les invitamos a que busquen en otros órganos como el consello económico y social, o la Concellería de Participación Ciudadana, en las que rara vez podrán ver alguna entidad ecologista representada.

 Tendremos mucho trabajo para estudiar este documento inicial y argumentar las alegaciones correspondientes. Cinco años se tomó el gobierno municipal para elaborarlo, tres meses nos conceden a la ciudadanía para opinar y será otra vez el gobierno quien finalmente decida qué acepta y qué no.

Pero antes de entrar en detalles, la primera reflexión sería que el derecho a la información y a la participación pública en materia, también, de medio ambiente no son regalos que en su omnipotencia nos otorgue una administración sino un derecho reconocido legalmente y de obligado cumplimiento para los cargos públicos. Esta realidad y obligación legal nunca se les recuerda suficientemente, y así se termina confundiendo cumplir la ley con hacernos un favor, dejar opinar con participar, o construir un pozo con horizontalidad.