Están perdiendo sus usos originales para convertirse en elementos etnográficos de gran valor patrimonial. Cada parroquia de Vigo tiene los suyos y alguno se mantiene en el Casco Vello
01 jul 2021 . Actualizado a las 00:26 h.Cuando no llegaba el agua corriente a las viviendas, la única forma de mantener limpia la ropa era lavarla en los ríos y en las fuentes. Para facilitar esa labor, las comunidades realizaron pequeñas presas en los regatos y junto a las fuentes, dotándolas, en un primer momento, de simples losas inclinadas donde las mujeres frotaban la ropa antes de ponerla a secar al sol en las proximidades del lugar. Las sociedades antiguas delegaron estos trabajos en las mujeres, al igual que el resto de las tareas domésticas. Era una tarea dura ya que la desarrollaban de rodillas y con gran esfuerzo físico. La única compensación que tenía aquel rutinario trabajo era la socialización con otras mujeres, en un espacio reservado a ellas. Con el paso del tiempo, aquellos lavaderos rudimentarios se fueron sofisticando más, apareciendo los pilones de piedra, adonde llegaba el agua ya a través de una canalización. La mejora de estos elementos recayó en las entidades parroquiales y también municipales. Después llegaron las cubiertas que protegían a los usuarios de los lavaderos de las inclemencias meteorológicas.
Hoy en día, los lavaderos no tienen aquella función urgente, aunque todavía es posible ver en algunos a mujeres lavando determinadas piezas de ropa, casi siempre frotando piezas grandes, como las alfombras, aunque también hay personas que no renuncian al «frota, frota» en público. «Yo sigo lavando aquí en el río, como en los años del catapún de Franco. Lavar en el río es una maravilla, pero esto lo arreglamos por nuestra cuenta», explica una señora, mientras deja reluciente su ropa en el lavadero de Cabral, al que se refiere como río. Apunta la usuaria que uno de los principales problemas que tienen en ese lugar deriva del vandalismo. «Teníamos luz pero la arrancaron los drogatas que vienen por la noche; además, lo teníamos muy bien pintadito y ensuciaron todas las paredes», añade la señora, que, cuando termina, trata de dejar el lavadero en buenas condiciones para que pueda seguir usándose.
Solo en el municipio de Vigo, la urbe industrial de Galicia por excelencia, sobreviven unos doscientos lavaderos repartidos por las distintas parroquias, aunque también en pleno centro de la ciudad se conserva alguno, como el de la Barroca. Tiene este la peculiaridad de contar con diez pilones, pero, según explican en el Casco Vello, ya hace muchos años que no se usa. Curiosamente, allí se lavaban las ropas más duras que usaban en la mar. Ahora, durante los carnavales, se pueden ver merdeiros lavando la primera capa de la peluca de oveja que portan.
Hace unos años, el Concello de Vigo, a través de su departamento de Patrimonio Histórico, realizó un catálogo de bienes etnográficos en el que se incluyen los lavaderos. Los especialistas en la materia explican la diferente tipología que los que existen y destacan algunos ejemplares. El más rudimentario de todos, el del río Pontón, en Coruxo. En Valadares fueron más allá y realizaron un estudio de los recursos hídricos de la parroquia firmado por Ana Belén Álvarez Mariño. En él se documentan los 27 lavaderos existentes. El más antiguo es el de Cans, en el barrio de As Barrocas.
Desde el Centro Veciñal e Cultural de Valadares explican que estos elementos son cada vez menos utilizados, pero que han adquirido la categoría de símbolo. «Algúns están deteriorados porque antes era a xente que os utilizaba a que se encargaba do seu coidado; agora xa é o Concello quen o fai a través do programa Vigo emprega. Nós procuramos ter os accesos limpos», explica Ana Pérez Davila, presidenta del centro vecinal.
No ocurre lo mismo con las fuentes asociados a los lavaderos, que continúan siendo utilizadas a pesar de que no siempre son analizadas sus aguas por personal especializado, una queja que se repite dentro del término municipal de Vigo.
La página web del Concello de Vigo permite acceder a algunos de estos elementos, aunque de una forma colateral ya que están en el apartado de fuentes. Pero la fascinación por estos lugares dedicados a la higiene personal y también a la socialización ha alcanzado las redes sociales. A
Que los lavaderos están incorporados a la memoria colectiva, especialmente en zonas menos urbanas, lleva a que exista un perfil en Facebook dedicado exclusivamente a los lavaderos de Vigo y sus alrededores. Sus gestores aportan información continua del estado de los mismos, así como facilitan la localización de algunos y su evolución en los últimos años. Por ejemplo, en su última entrada eligen el lavadero de Luns, en Matamá, situado en la calle Parada. Dan una geolocalización y realizan una descripción del elemento para completar la entrada con un somero comentario sobre su estado de conservación y uso. De este dice: «Perfecto, limpio y se observa que esta en uso». En una entrada anterior, hacen un balance del trabajo que llevan realizado. Señalan: «En total llevamos publicados 461 lavaderos, y vamos a intentar llegar a los 500».
Este interés también ha llegado a algunos ayuntamientos del área de Vigo, como es el caso de Moaña. El gobierno local solicitó una subvención a la Diputación para restaurar estos elementos. Comenzará el plan por el de O Cerval, en Meira, al que se dotará de una pérgola de acero y cubierta transparente. En Baiona ya empezaron una labor similar el pasado año. Su alcalde, Carlos Gómez, incidía en el cambio de valor experimentado por los lavaderos en los últimos años. Han perdido su utilidad original para convertirse en elementos patrimoniales a los que se debe prestar atención. No obstante, seguirán sirviendo para lavar alfombras y piezas grandes.