La obsesión política de Vigo se llama Xunta

Alejandra Pascual Santiago
Alejandra Pascual VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

19 plenos ordinarios del Ayuntamiento en un año recogen 1.912 menciones al Gobierno gallego. El PSOE acapara 1.091 demandas al Ejecutivo de Feijoo y prácticamente ninguna al de Pedro Sánchez

23 jun 2021 . Actualizado a las 01:00 h.

«La Xunta tiene la culpa» (López Font, PSOE). «La Xunta invita y Vigo paga» (Jaime Aneiros, PSOE). «Cada año que pasa, la Xunta dedica menos dinero al comercio, a la industria, a la política social, a la educación… Política raquítica» (Gorka Gómez, PSOE). «La Xunta decidió que a Vigo la anulaba, que le daba igual, que la olvidaba» (María José Caride, PSOE). «La Xunta de Galicia no está ni se la espera» (Rubén Pérez, Marea).… En los plenos que celebra el Ayuntamiento de Vigo, el debate y los contenidos de la agenda política se organizan en torno a una diana obsesiva: la Xunta de Galicia. En el 2020 tuvieron lugar 25 sesiones (19 ordinarias y 6 extraordinarias) y las actas de las mismas registran 1.912 menciones al Gobierno gallego.

La rivalidad que enfrenta al alcalde de la mayor ciudad de Galicia, Abel Caballero, con el presidente autonómico, Alberto Núñez Feijoo, es de sobra conocida. Pero al ejército socialista de Caballero, compuesto por 19 concejales además de él (de un total de 27 de la corporación), se han sumado dos guerrillas más: el grupo municipal mixto de Marea de Vigo (dos concejales) y el miembro no adscrito del Bloque Nacionalista Galego. Entre los tres suman 1.608 menciones a la Xunta de Galicia: 1.091 en boca del PSOE, 332 por parte de Marea y 185 del edil nacionalista.

López Font (PSOE): «Para a Xunta, o confinamento se converteu nunha escusa, como sucedeu coa sanidade»

Miguel Anxo Bastos (Vigo, 1967), doctor en Ciencias Políticas y Economía y profesor en la Universidad de Santiago de Compostela, explica este fenómeno a través de la ley de Miles. «Cada quen ve a política dende o sitio no que está sentado», señala. Este concepto, propio de la política burocrática, apunta a que los actores administrativos buscarán actuaciones que beneficien a las organizaciones que representan en lugar de intereses colectivos. «Abel Caballero entende a política como alcalde, Feijoo como presidente de Galicia e o presidente de España, dende a Moncloa», dice el politólogo como ejemplos. «Entón, o BNG de Vigo fai política de acordo coa cidade. Entenden que a Xunta é máis inimiga, así que se apuntan ao discurso do alcalde», explica.

Los cuatro concejales del Partido Popular, recluidos en Vigo en fortines más pequeños, han sido los encargados de defender 304 veces la gestión del Gobierno gallego en los plenos de la ciudad. «Cómo se retuerce, cómo se contorsiona para poder criticar a la Xunta de Galicia», reprochaba el 27 de mayo el portavoz Alfonso Marnotes González al edil del BNG Xabier Pérez Igrexas.

Alfonso Marnotes (PP): «Vexo como se retorce, como se contorsiona para poder chegar a unha crítica á Xunta de Galicia»

«Os populares en Vigo, de momento, non teñen consolidado o liderazgo», señala Miguel Anxo Bastos. «Teñen unha posición moi complicada porque teñen que funcionar como unha especie de correa de transmisión da Xunta. Teñen que xustificar a falta de resposta do Goberno galego ás demandas de Abel Caballero, quen pide moitas cousas para a cidade. Por exemplo, nos últimos meses as infraestruturas son as que están no centro do discurso político», relata.

Abel Caballero ha predicado políticamente como nadie antes en la historia de Vigo. Desde el 2019, 101.058 votos respaldan su mayoría absoluta. Enfrascado en la estrategia de ser el alcalde que más proyecte, el que más pelee y el que más cumpla, se ha decantado por agudizar las diferencias entre su Gobierno y el de la Xunta de Galicia, con evidentes réditos electorales. Todo su equipo de gobierno lo respalda en su discurso político. «El presidente de la Xunta en Vigo soy yo», ha dicho recientemente para dar a entender que el Concello cubre las lagunas de gestión del Ejecutivo de Feijoo. Sus intervenciones como presidente de la corporación municipal en los plenos no han sido numerosas. Ha dejado que sus concejales fuesen los que dispararon hasta 1.091 reproches a la Xunta de Galicia.

La extensión del discurso caballerista se concibe como una estrategia política que se complementa con toques que muchas veces se consideran populistas. Para el profesor Bastos, «Caballero é un político moi hábil. Ten un instinto para saber que é o que necesita a xente. Ten estilo persoal, conta chascarrillos, ten humor, está moito na rúa, usa zapatos de goma, fai estas cousas da iluminación... Pero tamén imposta parte da súa faceta popular porque é un home de elites. Estudou en Cambridge e ten un bo nivel». El escritor y periodista estadounidense Tom Wolfe, considerado uno de los padres del Nuevo Periodismo, se refirió a este tipo de políticas como radical chic, término que tuvo su adopción en castellano como la «izquierda caviar» y en francés como «gauche champagne».

Pocos, pero activos

Para el PSOE de Vigo, prácticamente todo lo que hace el Gobierno de Núñez Feijoo está mal. Para Marea y para el BNG, también. A pesar de estar en la oposición, estos dos últimos partidos se alinean con la alcaldía de Abel Caballero frente a la Xunta cada vez que los socialistas ponen un asunto sobre la mesa. De hecho, cabe destacar la participación en esas críticas tanto de Marea como del Bloque. Son menos, pero con un discurso vivo y participativo. Oriana Méndez y Rubén Pérez protagonizaron 332 menciones al Gobierno de Galicia. Xabier Pérez Igrexas, relegado a la condición de miembro no adscrito (lo que interpreta como «violencia democrática»), se refirió hasta en 185 ocasiones a la Xunta y fue el vehículo de transmisión de más de 430 propuestas para la ciudad en los últimos dos años.

Rubén Pérez (Marea): «É a primeira vez que detecto a absoluta inoperancia dunha administración como a Xunta»

Con 277 menciones, el día más obsesivo con la Xunta de Galicia el año pasado fue el 29 de julio, fecha en la que se celebró el primer pleno tras la victoria de Alberto Núñez Feijoo en las elecciones autonómicas. Los concejales del Partido Socialista (178) y, en menor medida, los de Marea (35) y el del BNG (21) aprovecharon la sesión para advertir a la Xunta de Galicia de todos sus compromisos impagados con Vigo y su reto pendiente en esta ciudad. «A Xunta de Galicia cada ano que pasa adica menos recursos ao comercio, á industria, á política social, á educación. Fronte a esa política raquítica e de recortes do Goberno do señor Feijoo, está a política do señor Caballero», fusiló Gómez Díaz durante su intervención.

Otro día clave fue el 30 de septiembre. El BNG exigió al Gobierno gallego una explicación sobre lo sucedido en las residencias de mayores durante la primera ola de coronavirus por la «nefasta gestión de las empresas privadas titulares de los centros y la inacción cómplice de la Xunta». El PSOE, por su parte, pidió que se solucionase el atasco de la atención primaria en la ciudad. «La Xunta quiso cargar sobre los profesionales de la primaria el trabajo de los rastreadores», denunciaba el portavoz del gobierno, López Font. Con anterioridad, la socialista Caride se refirió al Álvaro Cunqueiro como «o único exemplo de hospital privado que hai en Galicia».

Xabier Pérez Igrexas (Bloque): «O BNG criticamos o estéril pin-pan-pun partidista entre Xunta e Concello, no que Vigo é a que perde»

Cuando se agudizó la segunda ola, en octubre, el grupo de Abel Caballero presentó una moción instando al Gobierno de Feijoo a que dirigiese una partida específica para resarcir al Concello de los gastos extraordinarios derivados de las actuaciones municipales frente a la covid-19. «Es difícil ver una actuación de la Xunta en esta ciudad más allá de una fotografía entregando una máscara con un símbolo de un equipo de fútbol», destacaba el concejal Jaime Aneiros. Jesús González, del Partido Popular, le achacó entonces su forma de «desviar la atención de lo verdaderamente importante hacia ese enfrentamiento con la Xunta de Galicia, un enfrentamiento que solo existe en su cabeza».

A comienzos de año, cuando todavía estaba pendiente la declaración de estado de alarma por la crisis de coronavirus, las mociones exigían «medidas para garantir o futuro dos estaleiros de Barreras e Vulcano», tal y como demandó el BNG en enero, la ampliación del Ifevi, un plan de infraestructuras para Bouzas (demanda del Partido Popular), las movilizaciones feministas del 8 de marzo, la habilitación de una partida presupuestaria de apoyo a los vuelos de Peinador, la construcción de un nuevo instituto en Navia o una partida de fondos específica de «apoio ao desenvolvemento turístico de Vigo».

Y es que lo que brilla por su ausencia en los plenos municipales, como refleja la lectura de sus actas, son las demandas o las críticas al Gobierno central. Las escasas mociones dirigidas al Ejecutivo de Pedro Sánchez salen del PP, los antagonistas políticos. Apenas se habla del AVE, de la biblioteca estatal, del naval o de la automoción. Hasta el PP presentó una moción para que no se pusieran «atrancos» a las actuaciones de la Xunta. Esa obsesión política de Vigo.