El eco vigués de la Revolución de Octubre de 1934

j. miguel gonzález fernández VIGO

VIGO CIUDAD

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Durante cinco días la ciudad quedó casi paralizada debido a la huelga general y hubo tropas en las calles

16 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La IIª República fue un período democrático de gran agitación política. Durante el llamado Bienio Negro (1933-1936), Alejandro Lerroux, del Partido Radical asume la jefatura del Gobierno, pero al entrar tres ministros de la CEDA (derecha-católica), estalló el 5 de octubre de 1934, como reacción, la revolución en Asturias, protagonizada por la socialista UGT y por la anarquista CNT. El día 15 fue aplastada por los legionarios y regulares de Marruecos. Al mismo tiempo Lluis Companys, presidente de la Generalitat, proclamó el Estat Catalá, también sin éxito.

Al mismo tiempo, Vigo estuvo paralizada por la huelga general durante cinco días seguidos. Solo hubo actividad en la Panificadora y la Madrileña para el abasto de pan, y los cafés, servidos por dueños y familiares, así como las salas de espectáculos, rebosantes en este tiempo, para algunos, de ocio. Los tranvías urbanos comenzaron a funcionar poco a poco a partir del quinto día, conducidos por personal del Cuerpo de Ingenieros. Las lecheras llegaron en camiones custodiados. Abundó el pescado por no partir trenes para la capital de España.

Los obreros salieron a las calles, disueltos por cargas de policiales y soldados con bayoneta calada que se enfrentaron a los piquetes informativos. Las fuerzas del orden se desplegaron por toda la población. Hubo sonidos nocturnos de disparos, sin conocerse los autores, sobre todo, en Santiago de Vigo, estación de ferrocarril y en el extrarradio. Se saboteó la línea telegráfica, cesaron los viajes de los tranvías a A Ramallosa y los trenes llegaron con retraso, incluso de días.

Sobre todo, desde el bando de guerra, se concentraron en Vigo Guardia Civil y de Asalto, una batería de artillería pontevedresa, marineros llegados de O Ferrol y soldados técnicos de Madrid, todos de aquí para allá, patrullaban las calles y establecimientos. Custodiaron, sobre todo, los transformadores de conducción eléctrica, Radio Vigo, sede de la Federación de Patronos, depósitos de Aguas, etc.

El día 9 los operarios se fueron incorporando al trabajo excepto los de los diarios, que siguieron hasta el día 10. Esa misma jornada, la Asociación Patronal de Constructores intimaban a los obreros a presentarse a trabajar y, de no hacerlo, «se entiende que renuncian al puesto».

Hubo un buen grupo de detenidos, entre ellos, el diputado J. Gómez Osorio, los socialistas Martínez Garrido y W. Gil, directivos del Sindicato de la Banca Privada y de la Casa del Pueblo, que fue clausurada. Las consecuencias de mayor alcance se dieron en el gobierno municipal. El Gobernador Civil, Fernández González, destituyó a 13 concejales socialistas, 6 republicanos y 3 agraristas (aunque estos no subversivos) porque venían «manteniendo relación con los elementos perturbadores, contribuyendo a mantener el movimiento revolucionario... y los efectos de la huelga en la población».

El 13 de octubre salía elegido alcalde el anodino arquitecto ourensano del Partido Radical E. Salgado Urtiaga con 20 votos de las derechas y 14 abstenciones. Gobernará hasta que la siguiente elección municipal favorezca el recambio en enero de 1936.

La Federación de Patronos de Vigo encabezó una suscripción con 5.000 pesetas para las fuerzas militares que aplastaron la revolución.

Algunos historiadores «revisionistas» ven en Octubre del 34 el germen de la Guerra (in) Civil, pero lo cierto es que estuvo en la sublevación de los militares africanistas.