La oca del coronavirus que nació en Vigo

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

El arquitecto y pintor Jorge Alonso ideó durante la pandemia un juego sobre un tablero con forma de mapamundi en el que si se cae en un país infectado, no se sale hasta conseguir la carta de la vacuna

05 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Si algo unió a buena parte de la humanidad no esencial durante la pandemia, fue el privilegio de poder aminorar el ritmo y, en muchos casos, dedicarse a esas cosas para las que nunca se tiene tiempo o hacer brotar ideas que la vida lenta propicia. Algo así le ocurrió a Jorge Alonso (Vigo, 1973). El artista y arquitecto, hijo y nieto de profesionales del sector con obras tan célebres como el edificio del Real Club Náutico que su abuelo, Pedro Alonso, firmó junto a Castro Represas, aprovechó el confinamiento para dar forma a un regalo que estaba pidiendo pista y le salió un juego con antivirus que no requiere enchufes.

En realidad fue su hijo mayor el que encendió la chispa en su cabeza. «Vino del cole con un mapamundi hecho por él muy chulo y me di cuenta que esa silueta del mundo es muy atractiva, la gente siempre se queda mirándolos, localizando dónde ha estado o a dónde le gustaría ir».

XOAN CARLOS GIL

El vigués reconoce que le encantan los juegos de mesa y la pandemia fue el paréntesis que le permitió pararse ante unas pequeñas figuras de ciclistas que le había regalado su tío y que hacía tiempo que quería reconvertir piezas de un tablero, «una especie de juego de la oca de ciclistas», concreta. Pero acabó muy pronto. «En una semana lo tenía y aún quedaba mucha cuarentena por delante», recuerda. Y así fue como pasó de las dos ruedas al virus letal. «Pensé en hacer algo relacionado con lo que estaba ocurriendo en el planeta y como ya tenía muchos mapamundis escaneados, porque los dibujo muy a menudo, se me ocurrió pintar un tablero con sus fichas y tarjetas con preguntas para ir avanzando por las casillas al tirar los dados. Se empieza desde Japón y se sacan seis tarjetas que indican seis países infectados con covid. Si tiras y caes en ese país te contagias y para salir tienes que conseguir la carta con la vacuna que te libera», resume.

XOAN CARLOS GIL

Jorge Alonso registró su idea. Bautizó su juego como Ciudadano Cero y lo desarrolla para comercializarlo, pero también la quiso hacer accesible esta versión casera a quien quisiera jugar, por eso está disponible en su web en una versión gratuita descargable para imprimir en formato A4.

La arquitectura le impide dedicar ahora tanto tiempo a la pintura como le gustaría. Aun así, otra de sus series se está haciendo un hueco en las paredes de muchas casas de Galicia porque están dedicadas a tres ciudades. «Empecé haciendo una ilustración de Vigo y al poco me empezaron a pedir de A Coruña y de Santiago», cuenta el artista añadiendo que las edita en colaboración con la empresa de reprografía Garpe.

Bromeando, Alonso dice que se la tendría que vender a Abel Caballero, «pero igual mi Vigo tiene pocas luces, aunque está el dinoseto», aclara. Lo que sí quiso al crearlas fue que el espectador buscase arquitectura reconocible en su obra, otro juego, pero llevado a su terreno, «un buscando a Wally de edificios», indica el vigués que además forma parte del grupo de pop rock Muñoz, tocando la guitarra y el bajo junto a Guillermo Díaz del Río, (ex Los Lombardi), Manu Alén (ex Moon Cresta), Piño Prego y Frans Bansfield. «Para mí es un hobby, nos reunimos una vez a la semana a ensayar y yo me siento como si me invitaran a una pachanga con Messi y con Ronaldo», confiesa.

El plan B del ladrillo

Alonso estudió arquitectura en la Politécnica de Madrid y pasó por varios estudios en la capital hasta que en el 2007 decidió regresar a casa a trabajar con su padre. La alegría del retorno duró poco. Desde la crisis del 2008 el autor combina el trabajo en el estudio -ahora ya el suyo propio-, con la pintura y la ilustración, dependiendo de cómo fluyan los proyectos. Como asegura, actualmente está recuperándose bien el ladrillo tras el batacazo de la pasada década, «pero los trámites administrativos ralentizan mucho las cosas y no está nada mal tener activado un plan B como plan de jubilación por si acaso. Mi mujer también es arquitecta y dejar todos los huevos en la misma cesta era un poco arriesgado», argumenta.

Aunque siempre le gustó dibujar, no era algo que estuviera en su lista de prioridades como salida laboral y no se le ocurrió, asegura, hasta que un día cenando con una amiga, le animó a hacerlo. «Empecé haciendo un blog, me puse a pintar, a la gente le gustaba y seguí por ahí, aprendiendo cada día. Siempre me gustó mucho el expresionismo austríaco y artistas como Egon Schiele, Klimt y los carteles de Toulouse Lautrec, los trazos rápidos y potenciar mucho los colores con la acuarela líquida, que se note la pincelada del trazo inacabado y creo que fui mejorando», sospecha.