La jueza prohíbe la boda del capitán Jack Sparrow en Vigo

E.V.Pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

E. V. Pita

Los funcionarios del juzgado impidieron la entrada a los novios Berto y María, que vestía un traje tradicional gallego heredado de su bisabuela, por ir disfrazados

24 abr 2021 . Actualizado a las 01:34 h.

La jueza del Registro Civil exclusivo de Vigo ha prohibido esta mañana la boda civil de Berto y de su novia María porque iban disfrazados. Los contrayentes acudieron al juzgado vestidos, él del pirata capitán Jack Sparrow y ella con un traje tradicional gallego con accesorios de 160 años de antigüedad «heredados» de su bisabuela. Para su sorpresa, una funcionaria les dijo, entre lágrimas, quince minutos antes de la boda civil prevista para las 12.30 horas de hoy que la jueza, tras consultar con el Decanato de los Juzgados de Vigo, se negaba a casarlos vestidos de esa guisa y se les impidió la entrada. Los vigilantes les bloquearon el paso. Como protesta el novio ha publicado en su muro de Facebook una carta a la jueza para quejarse.

La boda de Jack Sparrow y su novia María se aplazó otra vez. Habían planeado contraer nupcias el 26 de junio del 2020 pero fue aplazada por el covid, justo cuando terminaba la desescalada y estado de alarma. Esta vez, tampoco se pudieron dar el sí quiero por una cuestión de imagen.

Berto se ofreció a quitarse la peluca y el gorro, alegando que el resto del traje podría considerarse adecuado para una ceremonia nupcial y María argumentó que su traje gallego no era un disfraz sino una prenda ceremonial. Ante las reiteradas negativas, la pareja desistió de casarse porque calcularon que necesitarían una hora para ir a casa y cambiarse de ropa. Se quejan de que el juzgado no les dio la negativa por escrito ni la magistrada vio personalmente cómo iban vestidos ni los recibió. «Simplemente, no le gustó nuestra ropa», dice María.

E. V. Pita

Sus planes de boda se chafaron y plantean demandar al juzgado por los daños ocasionados. No habían contratado un banquete nupcial por el tema del covid pero sí tenían reservada una romántica cabaña en Ourense para pasar el fin de semana con sus dos niños. A mayores, María, que es profesora, había solicitado quince días de vacaciones por boda a los que ahora tendrá que renunciar. Sobre hacer otra boda, ya lo verán, porque ahora piden que se les haga justicia. Alegan que hay discriminación porque otra pareja se casó vestida de cazafantasmas (equipados con sus mochilas de desintegración de ectoplasmas) y nadie prohibió la ceremonia. María recalca que su traje no es un disfraz sino ropa tradicional gallega.

La pareja había propuesto a sus amigos que como regalo de boda les diesen donaciones para entregar a tres proyectos de oenegés.

«Nos hemos quedado sin boda, no entendemos cómo una jueza decide cómo debemos vestirnos para la ceremonia, no sabemos cuándo nos casaremos ahora ni cómo lo haremos. Nos han hecho una faena buena », dice María.

El novio Berto relató que «la jueza, supuestamente por orden del Vicedecano [sic], decide que vamos disfrazados, cuando María lleva un traje de gallega con accesorios de más de 160 años de su bisabuela o tatarabuela y mi atuendo le pareció disfraz. Ni nos vio, simplemente nos transmitió la orden por una funcionaria, no tuvo la dignidad ni de salir a vernos ni de hablar con nosotros, no nos dejaron entrar en el edificio». Añade que «me ofrecí a quitarme la peluca, porque es lo que realmente podría ser un disfraz, porque el traje es uno que cualquier novio se podría casar con él pero que a la jueza no le pareció apropiado». «Queremos que se sepa lo que nos han hecho, nos han ensuciado nuestro proyecto», lamenta.

Un testigo exculpa a la jueza

Un abogado que presenció los hechos el viernes ha salido en defensa de la magistrada y la exculpa. Apunta más a los vigilantes de seguridad de la puerta de los juzgados de la calle Lalín, y que denegaron el acceso a la pareja como un pirata del Caribe y su novia gallega por razones de seguridad pública. «Los vigilantes tuvieron que actuar, quién sabe si quizás el pirata llevaba una espada, no puede pasar con un arma en el juzgado, sería inconcebible, y además llevaba la cara maquillada, con los ojos pintados y una peluca, lo que impide una correcta identificación. También se negaba a dar su nombre a los vigilantes», sostiene este testigo. Berto niega tajantemente que llevase espada ni pistolas ni anillos porque así se lo aconsejó su abogada tres días antes.

El letrado que habla como testigo dice que vio cómo un funcionario avisaba a la pareja de que no les iban a dejar entrar en el juzgado por ir disfrazados (lo que impedía identificarlos plenamente a la hora de dar el sí quiero) pero no que la jueza se lo prohibiese, «pues ellos mismos dicen que la magistrada ni los vio». Asegura que incluso hubo consultas al Consejo General del Poder Judicial para ver si se podía denegar el acceso a la sala de bodas por razones de seguridad, lo que finalmente se llevó a cabo.

Finalmente, fuentes del juzgado y de la vigilancia han admitido que el pirata iba sin espada. También confirman que la novia vestida con el traje tradicional gallego, al ser ropa de gala y que permite la plena identificación de la usuaria, está autorizado para la ceremonia.