«Estarei sempre pintando e tervos contentos»

Javier Benito
javier benito LALÍN / LA VOZ

VIGO CIUDAD

BENITO

En el Centro Galego da Arte Contemporánea se abría una exposición antológica de Laxeiro con más de setenta obras, su última gran muestra pocas semanas antes de su muerte en Vigo con 88 años

20 abr 2021 . Actualizado a las 19:57 h.

«Non podo entender como se monta todo este barullo. Eu simplemente son un bohemio que apareceu neste país». Laxeiro en estado puro, retranca en la jornada previa a la inauguración hace ahora cinco lustros de la última exposición antológica dedicada al pintor de A Romea (Lalín). En el Centro Galego da Arte Contemporánea (CGAC) se exhibían desde el 25 de abril a finales de junio de 1996 una cuida selección de su amplia trayectoria artística. Bajaba el telón pocos días antes de la muerte en Vigo, a los 88 años de edad, de este creador universal, figura indiscutible si hablamos de Galicia y el arte en el siglo XX.

Los achaques de salud reducían por aquel entonces las salidas de José Otero Abeledo de su domicilio familiar. Debía guardar reposo dada su delicado estado pero acudió tanto a la presentación como al acto inaugural de una retrospectiva que recorría los sesenta años de itinerario del barbero fabulador, «o mellor oficio que tiven na miña vida», reencarnado en artista. Todo un homenaje multitudinario que Laxeiro recibió con emoción pero suspicaz y expansivo, con frases lapidarias de ese artista mordaz, juguetón y dueño de una retórica hilvanada con las mejores técnicas del actual márketing. Entre esas perlas, el creador lalinense apuntaba al presentar la antológica que «estarei sempre pintando e tervos contentos a todos».

La muestra retrospectiva abierta en el CGAC se había comenzado a gestar en 1995, un año antes de su apertura, barajándose Vigo o Santiago como espacios para celebrarse, decantándose finalmente por el segundo. Fijar los ejes que sustentasen la selección supuso un primer escollo, dada la propia figura mítica de Laxeiro, sumándose además la dispersión de su obra entre instituciones y colecciones privadas. Comisariada por Marina Toba, se buscó -en sus propias palabras- convertir la exposición «nunha oportunidade para que o público en xeral poida ver un Laxeiro diferente. Queremos que a xente que coñece ao pintor por obras simbólicas se vexa sorprendida cunha secuencia abondo ampla da súa traxectoria».

Las más de setenta pinturas y la amplia colección de dibujos escogidos buscaron desnudar el universo creativo de este renovador de la plástica gallega en el pasado siglo, su universalidad partiendo de su origen campesino y su capacidad para reinterpretar ese entorno con el tamiz de un lenguaje propio vinculado a las vanguardias. Obras que reflejaban desde sus inicios en los años 20, con clasicismo en el retrato y formas románicas. Llega después la etapa americana, el tamiz del expresionismo a través de sus pinceles o las reminiscencias de Goya pero con un lenguaje propio. Un repaso a quien mejor definió las transformaciones estéticas de Galicia en el siglo XX.

Espectacular catálogo

El hilo narrativo de aquella recordada exposición, que contó con un espectacular catálogo de 400 páginas que reflejó más de 300 obras del pintor lalinense, permitió corroborar que hasta comienzos de los 70 la temática primaba sobre las formas, para después jugar más con la abstracción y el color, revelados como fin en sí mismos. Piezas emblemáticas como O Naranxo, datado en 1972 a su regreso de Argentina, todo un cóctel de clasicismo y expresionismo en torno a una pintura costumbrista. Crucifixión  O Mundo, ambas de 1964, también figuraron en una antológica que derivó además en la publicación de un libro, Laxeiro, a invención dun mundo , de Antón Castro.

Fabulador socarrón y burlesco, capaz de epatar pero también de generar la mayor de las ternuras, en aquellos meses durante los que su obra estuvo expuesta en el CGAC su nombre sonó entre los más firmes candidatos para recibir el Premio das Letras e das Artes de Galicia promovido por la Xunta, en su segunda edición. Al final el reconocimiento recayó en el intelectual Xosé Filgueira Valverde.

Durante aquel 1996, el último en la vida del pintor, la Fundación Laxeiro también promovió en la Casa das Artes de Vigo una muestra de su obra gráfica, además de promover un ciclo de conferencias. Se sumaba a la antológica en la capital compostelana para celebrar a quien reclamó la joven camada de Atlántica para argumentar sus inquietudes estéticas en los años 80, de ese hombre capaz de universalizar el entroido, los trasnos y sátiros, los enanos y los monstruos.

Estamos a pocos meses de cumplir el veinticinco aniversario de su muerte, el 21 de julio de 1996. Laxeiro reposa en el cementerio de A Romea, en esa tierra que siempre llevó con orgullo. Junto a su tumba no faltará el sonido de la gaita en esa fecha. Quizás en este 2021 alguien debería barajar algún acto institucional al cumplirse una efemérides tan simbólica.