Las más de setenta pinturas y la amplia colección de dibujos escogidos buscaron desnudar el universo creativo de este renovador de la plástica gallega en el pasado siglo, su universalidad partiendo de su origen campesino y su capacidad para reinterpretar ese entorno con el tamiz de un lenguaje propio vinculado a las vanguardias. Obras que reflejaban desde sus inicios en los años 20, con clasicismo en el retrato y formas románicas. Llega después la etapa americana, el tamiz del expresionismo a través de sus pinceles o las reminiscencias de Goya pero con un lenguaje propio. Un repaso a quien mejor definió las transformaciones estéticas de Galicia en el siglo XX.
Espectacular catálogo
El hilo narrativo de aquella recordada exposición, que contó con un espectacular catálogo de 400 páginas que reflejó más de 300 obras del pintor lalinense, permitió corroborar que hasta comienzos de los 70 la temática primaba sobre las formas, para después jugar más con la abstracción y el color, revelados como fin en sí mismos. Piezas emblemáticas como O Naranxo, datado en 1972 a su regreso de Argentina, todo un cóctel de clasicismo y expresionismo en torno a una pintura costumbrista. Crucifixión y O Mundo, ambas de 1964, también figuraron en una antológica que derivó además en la publicación de un libro, Laxeiro, a invención dun mundo , de Antón Castro.
Fabulador socarrón y burlesco, capaz de epatar pero también de generar la mayor de las ternuras, en aquellos meses durante los que su obra estuvo expuesta en el CGAC su nombre sonó entre los más firmes candidatos para recibir el Premio das Letras e das Artes de Galicia promovido por la Xunta, en su segunda edición. Al final el reconocimiento recayó en el intelectual Xosé Filgueira Valverde.