El primer menú de Vigo con partitura

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

El restaurante Monfortino ameniza las comidas con piano en directo

23 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre el Rick’s Café de Casablanca y el restaurante Merenzao de Doade, en la Ribeira Sacra, está el vigués Monfortino Gastro Piano Bar (calle Venezuela, 35). Se llama así porque su impulsor, el cocinero, empresario y original emprendedor Carlos Javier González, nació en Monforte hace 36 años, y aunque ha dado muchas vueltas por el mundo, desde Chile a Ecuador, ha caído de nuevo en la ciudad donde pasó la adolescencia. Su segundo proyecto de hostelería, que él llama «esta locura», arrancó hace unos meses, en plena pandemia, trastocando los planes previstos, pero adaptándose a la nueva realidad que por ahora no permite cenas.

Desde los cañones que siluetean el Miño y el Sil llegó a las Rías Baixas empujando un piano de cola que ahora ameniza las comidas de los clientes creando un escenario que puede situar al que lo vive en una película americana o como le parece a él, en un ambiente tipo burlesque salpicado de tonos magenta, donde el piano suena en directo mientras los comensales charlan, comen, beben y escuchan. Empujado llegó el instrumento metafóricamente, porque como confiesa, el impecable Kawai que según el afinador tiene unos 40 años entre tecla y tecla, es una inversión «a mitas» con Rosana Ojea, pianista que además de tocar allí de vez en cuando, es la productora y organizadora de la parte musical, que deja en sus manos con total confianza «porque ella es piano y yo soy hostelería. Ella sabe de eso y yo no. Tengo una oreja enfrente a la otra», reconoce añadiendo que lo que hacen allí los no se puede denominar estrictamente conciertos. «Digamos que son amigos y conocidos que llegan y tocan generando una atmósfera tranquila», indica

Monfortino es el sueño cumplido del cocinero que antes fue cliente de los restaurantes y, como tal, «echaba de menos un mimo, un punto de hedonismo que no abunda, interrelacionando gastronomía y música, disfrutando de la música mientras suena una partitura clásica al piano es mimar el espíritu», señala. Añade que quería hacer algo diferente en Vigo, donde creció el hijo del ferroviario que a su regreso, casi veinte años después, se ha visto sorprendido porque «la recordaba gris» y ahora la ve «ilusionante y con mucha vida en la calle, algo que yo no recuerdo de antes, y con una ciudadanía muy predispuesta a las experiencias nuevas y al disfrute», opina.

Para mantener en paralelo ambos proyectos, Carlos echa mano de sus otros dos brazos, los que le proporciona el chef Abraham Fernández, cocinero de Ferreira de Pantón con el que se ha formado en las aulas de cocina y llevan trabajando juntos varios años en el Merenzao. «Tenemos la misma base y sé que si me giro, ahí está», explica. Actualmente, el monfortino se traslada a los fogones de Doade los fines de semana y está deseando que la situación debida al covid se normalice para, por ejemplo, poder ofrecer en Vigo cenas con piano las noches de los viernes y sábados «porque es lo suyo, pero como ahora no se puede, estamos haciéndolas sábados y domingos en las comidas», cuenta el inquieto chef que antes fue contable, pero lo dejó para estudiar cocina y se fue liando porque luego quiso montar su restaurante para crear su apuesta gastronómica. La actual apuesta por la tradición de interior gallego, con una versión más fresca y actual para su proyecto costero.