El motor de las Rías Baixas lleva 20 años esperando su ampliación

E. V. PITA VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

El Concello de Vigo anunció 400.000 metros de suelo industrial en Matamá. PSA todavía sigue esperando

26 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 20 años, el Concello de Vigo anunció que iba a facilitar 400.000 metros cuadrados de suelo industrial en Matamá para ampliar Citroën. Así lo contaba La Voz el 27 de enero del 2001. Era lo que venía reclamando el motor económico de las Rías Baixas para acomodar su propia factoría y las industrias auxiliares. A día de hoy, a la actual PSA le sigue interesando ese proyecto, que todavía no se ha llevado a la práctica. La clave para entender el retraso reside en los problemas urbanísticos que arrastra la ciudad y, en particular, la anulación del Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM) del 2008 por parte del Tribunal Supremo.

La ampliación de Balaídos quedó en el aire, al igual que otros muchos proyectos. El nuevo plan urbanístico sigue sin estar aprobado todavía, pero el grupo PSA no ha perdido la esperanza de disponer de esos terrenos para reforzar su planta. Así lo recordó recientemente el director del centro, Ignacio Bueno. La Zona Franca todavía tiene el plan sobre la mesa. Su delegado, David Regades, indicó recientemente que «retomaremos» el proyecto de ampliación. Hoy está más difuminado: es menos espacio en Matamá y se prevé también en el polígono de Valadares.

Hace dos décadas, Citroën empezó a aumentar velozmente su producción fabril en Vigo. En aquel momento, incluso se sugirieron en la ciudad proyectos para tender una línea férrea sur que comunicase la factoría de Balaídos con Bouzas. La exportación de coches iba bien y Vigo empezó a batir récords de vehículos saliendo de la cadena. En el 2000 había fabricado 436.000 vehículos y empleaba a 10.600 trabajadores. Desde 1996, el país crecía económicamente y la bonanza duró hasta que estalló la burbuja.

En el 2001, aún eran buenos tiempos y la fábrica acababa de duplicar su producción. Según explicaba La Voz, el director de la planta automovilística, Julio Riera, alertaba de un «posible estrangulamiento del sector si no se genera más suelo industrial». El artículo añadía que eso «ha hecho reaccionar al Concello».

La compañía ocupaba 900.000 metros cuadrados en parcelas de la Zona Franca, de los que más de un 40 % estaban destinados naves. El sector del motor pidió más suelo y Vigo dio los pasos para darlo.

La factoría se asentó en la zona de Balaídos en 1958, cuando se colocó la primera piedra del polígono. La Zona Franca tuvo que comprar más de un millar de fincas para reunir 400.000 metros cuadrados.

Según contaba La Voz en el 2001, el alcalde Lois Castrillo había ofrecido otros 400.000 metros cuadrados más de terreno para uso exclusivamente industrial en la parroquia de Matamá, colindante con la factoría. Se barajó este lugar por su cercanía al polígono de Balaídos y por su proximidad con la VG-20. Además, al iniciarse el nuevo milenio comenzaron las obras del segundo cinturón, que, a su paso por Navia, iba a ofrecer una salida rápida de la fábrica de Balaídos para embarcar los coches hacia Francia o para transportarlos por carretera a Madrid.

La idea tenía el beneplácito de la dirección de Citroën y la Zona Franca. El Concello planeó seguir dos estrategias. La primera sería modificar puntualmente el Plan Xeral de Ordenación Urbana (PXOU). La segunda táctica que valoraba el Concello era incorporar esa parcela ya como terreno de uso industrial en el nuevo PXOU. Calcularon que la tramitación estaría cumplimentada en la primavera del 2003.

El plan incluía abrir un vial de 16 metros de ancho, paralelo, por la parte trasera de la avenida de Citroën, para descongestionar todo el tráfico de la zona.

La ampliación serviría para dar servicio a la planta y montar industrias auxiliares. En aquella época, imperaba la idea lanzada por Toyota del just in time para reducir los tiempos de montaje y rebajar los costes de logística, por lo que era bueno tener cerca a los fabricantes de piezas. El concepto se quedó obsoleto en el siglo XXI porque la deslocalización y la globalización abarataron los costes de los proveedores, allí donde estuviesen. Pronto empezaron a llegar puertas del norte de África y asientos de Portugal, para ensamblarlo todo en Vigo.

Sin embargo, en el 2015, el Tribunal Supremo anuló el PXOM vigués del 2008 y la ampliación de Citroën se guardó en un cajón. Fue un jarro de agua fría para multitud de empresas y particulares que ansiaban suelo. Ahora, el proyecto será distinto. Debería incluir conceptos propios del siglo XXI relacionados con el cambio climático, las energías verdes, la descarbonización, la era digital...