«Me parece insultante madrugar y no poder estudiar si hay sitios libres»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

VIGO CIUDAD

RAMON LEIRO

Quejas por el sistema de funcionamiento de la biblioteca central del campus

31 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El covid que todo lo ha alterado, también afecta al funcionamiento de las bibliotecas. En el caso de la central del campus de Pontevedra, ubicada en la Facultade de Ciencias Sociais e da Comunicación, se aprobaron unas instrucciones para la reapertura de las salas de estudio de la Universidade de Vigo con motivo de las restricciones a las que obliga la pandemia.

En esa normativa interna se recoge que la mitad de los puestos disponibles en las bibliotecas de la institución académica se reservan a miembros de la comunidad universitaria, esto es, alumnos, personal docente e investigador (PID) y personal de administración y servicios (PAS). En el caso de la biblioteca central del campus el número de puestos disponibles es ahora de 102, de los que la mitad, 51, se guardan para integrantes de la comunidad universitaria.

Estos días se han presentado varias quejas de estudiantes ajenos a UVigo que cuestionan que se reserve el 50 % del aforo de forma ilimitada y sin controlar los descansos de forma electrónica. Es el caso de la reclamación online que presentó Boris Torres Núñez, exalumno de la UVigo y actualmente estudiante de la Universidad de Oviedo.

«Me parece insultante levantarme a las 8 de la mañana para sentarme en una biblioteca a estudiar y que no pueda hacerlo para que se siente alguien a las 12.30. Tampoco me parece normal que los descansos no se controlen de forma electrónica, igual que se ficha al entrar y salir», expone. Boris Torres asegura que hay personas que dejan sus cosas y pasan horas fuera de la biblioteca. «Por lo visto los cuatro años que pagué de matrícula de 2013 a 2017 no son suficientes para sentarme en una sala de estudio. Es mejor que lo ocupe gente que viene a tomarse el café y a echar un cigarro con los amigos a las 12 de la mañana», añade este exestudiante de la UVigo.

Tanto a él como a otro conocido suyo les respondió la directora de la biblioteca del campus de Pontevedra, María Rosario Pascual. Les explica que como consecuencia del covid hubo que reducir sustancialmente los puestos de lectura y se redactaron unas instrucciones de apertura, disponibles en la web de la biblioteca y en las que se contempla expresamente la prioridad de uso por miembros de la UVigo. Se subraya que una biblioteca pública está abierta al conjunto de la ciudadanía, mientras que una universitaria es un servicio de la institución académica para «facilitar a aprendizaxe, a docencia, a investigación e a actividade profesional dos seus membros». Con la finalidad de lograr «unha maior proxección social», dice la directora, se permite usar las instalaciones a personas ajenas en los términos en los que se indican en el reglamento y otras normativas. Explicaciones que no convencen a los que se quejan, que afirman que las plazas actuales en la biblioteca pública y la de Belas Artas son insuficientes para la demanda ante los exámenes del primer cuatrimestre.