«Al tatuar el primer pezón me entró el pánico»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

El artista vigués Miki Castro, procedente del sector del diseño, ha dibujado el pecho de varias mujeres mastectomizadas

12 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Miguel «Miki» Castro (Vigo, 1983) no es un tatuador al uso. Ya no solo porque él mismo no tenga ningún tatuaje sino porque proviene del sector del arte y dedica más tiempo a los preliminares, a la elección y preparación de la obra que a la ejecución del dibujo sobre la piel. El profesional estudió Diseño e ilustración en Vigo y Ourense, formación que completó con una beca en Japón y trabajó en una agencia de publicidad en Santiago a la que dejaron de lloverle proyectos con la crisis. Antes de decidir irse a Barcelona a buscar trabajo, una compañera le dio la idea al preguntarle porqué no se dedicaba a tatuar con lo bien que dibujaba. Al final le hizo caso. Abrió hace 5 años su estudio Carbono Tattoo (Álvaro Cunqueiro, 19) y tiene una lista de espera que compite con las del Sergas. Castro ha abordado unos cuantos retos a lo largo de su carrera, pero ninguno como el que le llegó por casualidad hace un par de años, la reconstrucción de los dos pezones a una mujer tras una mastectomía, desafío que ha seguido asumiendo en sucesivas ocasiones tras sendas peticiones.

-¿Cómo fue esa primera vez?

-Vino una clienta pidiéndome si podía hacerle tatuajes sobre los pechos. Me insistió mucho, pero a mi me pareció muy complicado y le dije que no, que buscase a algún tatuador especializado. Ya antes de eso no me sentía seguro con esos trabajos, como cuando me pedían tapar alguna mancha, porque lograr igualar el color es muy difícil. Pero ella se empeñó. Me dijo que ya había encontrado a tres, pero que no le gustaba lo que hacían porque, en sus palabras, los pezones parecían dianas. Me dijo que quería lo que hacía yo y que creía que lo podían hacer bien, pero me entró el pánico porque además no tenía ninguna foto de su pecho previa a la operación. Al final acepté. Ahora tengo un banco de imágenes enorme en alta resolución para escoger.

-A raíz de esa llegaron otras, ¿no?

-Después de ella llegaron tres más a las que les faltaba solo un pezón. Vinieron a preguntar, pero nunca más supe de ellas. También me llamó otra chica de parte de su madre y le dije que, claro, que tendría que venir la madre, pero dijo que le daba vergüenza y tampoco apareció. Luego vino una chica a la que le faltaba un pecho, con lo que reproducir el que le faltaba era más fácil porque solo tenía que copiarlo e igualarlo.

-¿Y el último?

-Ese ha sido el más complicado porque la paciente tuvo también secuelas psicológicas. Me dijo que solo la había visto yo y su cirujano. No quería que le implantaran los pezones pero se los pusieron igual. Uno se necrosó y el otro se le absorbió y le quedaban restos. Todavía más difícil, porque podía tocar la aureola.

-Teniendo en cuenta que no tenía ni idea de tatuar, ni pechos ni nada, ¿cómo empezó?

-Hice unas cuantas prácticas en piel de cerdo y cuando abrí la tienda, antes solo había hecho un tatuaje a un amigo. Me pareció sencillo pero luego no tanto. Me pasé tres años aprendiendo y mejoré sobre la marcha. Me lancé un poco a lo bestia porque aún tenía encargos de mi anterior faceta como ilustrador y pensaba compaginarlos. De hecho, en el escaparate aún tengo un rótulo en el que ofrezco servicios de diseño web y gráfico. Sigo haciendo cosas pero más por amor al arte. Como tatuador pensé que podía ofrecer algo diferente.

-¿Por ejemplo?

-Lo que ofrezco aquí es mi propio estilo. Me interesa incluso encasillarme aún más. Que la gente sea capaz de reconocer un tatuaje mío cuando lo ve. Los estudios te dan cita para un día, el cliente le lleva su idea o la elige allí, te lo hacen y listo. Yo preparo mucho el diseño con el cliente porque me da pánico que alguien salga de aquí con un tatuaje del que se arrepienta. Para hacerlos tengo que estar convencido de que va a salir bien.

-¿Lo de practicar sobre piel de cerdo es habitual?

-También se hace sobre piel sintética. La de cerdo, además del olor, se endurece y la máquina vibra mucho más.

-¿Cómo define su estilo?

-Estoy abierto a todo. Si alguien viene y me dice que quiere un tatuaje tribal o el retrato de su abuela, yo se lo hago y no pregunto. Pero personalmente me estoy centrando en dos estilos. Uno es el new school, tipo grafiti llenísimo de color, y el otro es en blanco y negro, parecido a los bocetos a lápiz. Hay estilos muy complejos, como el realismo, que reconozco que es muy difícil, pero a mi no me llena y no me interesa. Yo no copio nada. No me gusta coger ni una imagen de Internet. Prefiero darles un poco la vuelta.

Antes y después

La primera. En su cuenta de Instagram, Miki cuelga los trabajos que hizo reproduciendo pezones de mujeres mastectomizadas. La de las imágenes fue la primera, en el 2018.

Carbono Tatoo

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