Los 10 millones de luces LED y los terraplanistas

antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

Salvador Sas

Vigo ya cuenta con muchas zonas lumínicamente saturadas

06 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Es fácil comprender lo que tienen en común 42.449 farolas urbanas punto de luz arriba o abajo con iluminar 300 edificios emblemáticos de la ciudad, que en su día se anunció que serían solamente 100, añadidos a los ya actualmente iluminados, con 10 millones de luces navideñas, aunque según fuentes municipales este año son medio millón más (500.000 lucecitas más o menos tampoco son para tanto).

Tienen en común para empezar un enorme consumo energético porque no todas son LED y dichas LED consumen, menos, pero consumen, que sería siendo prudentes un consumo anual de 22 millones de kilovatios en farolas, 2 millones en edificios y unos 400.000 en lucecitas de navidad. Este consumo se traduce en emisiones de CO2 que también siendo prudentes y calculando a la baja usando como referencia los factores de emisión para la huella de carbono (Ministerio de Transición Ecológica) solamente 0,30 kilos de CO2 por kilovatio añadirían 7.320 toneladas a nuestra contribución al cambio climático solo en luces, que no es poca cosa pues sumando todo lo demás a cada vigués y viguesa le tocan unos 7.000 kilos per cápita en el reparto de los más de 2 millones de toneladas anuales de CO2 que emitimos en Vigo.

Pero volviendo a las farolas y guirnaldas el objetivo de todas ellas es evidentemente dar luz, y dan mucha luz (solamente las luces navideñas viguesas equivaldrían a iluminar 20 estadios de fútbol según afirman las astrofísicas de la fundación Starlight) Pero las ya famosas luces navideñas iluminan lo sobreiluminado.

Vigo ya cuenta con muchas zonas lumínicamente saturadas, tanto que en algunas zonas del centro de la ciudad se llegan a alcanzar los 124 vatios para iluminar un solo metro de aceras.

Hay quirófanos bastante menos iluminados. Tanta luz supone además de un derroche energético un ejemplo de ineficiencia, pues cerca de un 25% ilumina el espacio exterior y no las calles, pero también suponen contaminación. Ese exceso de luz, generalmente blanca además del grupo de emisiones de espectro azul (la más dañina) afecta nuestra salud, la del resto de seres vivos y la del conjunto de los ecosistemas.

La evidencia científica es tan indiscutible que deberíamos incluir el negacionismo de la contaminación lumínica en el grupo del negacionismo de la emergencia climática, el terraplanismo y los antivacunas. Evitarlo es muy sencillo si tenemos de quien aprender.

Hace casi un año decíamos en estas páginas (analizando el impacto lumínico del proyecto de iluminación de cien edificios emblemáticos) que estamos infrautilizando el potencial que nos ofrece la Red Española de Estudios sobre Contaminación Lumínica en la que participan expertos de las universidades de Vigo y Santiago sin ir más lejos. Gracias a ellos y ellas tenemos a nuestra disposición la mejor información científica disponible sobre estas cosas ¿es tan complicado consultarles?

También en el mismo artículo decíamos: «Esperemos que esta crítica razonada no se traduzca en una decisión municipal anunciando que ya no serán cien, que ahora por criticar se van a iluminar doscientos edificios»… Pues al final fueron trescientos.

Miedo no da lo que pueda suceder, pero en cualquier caso deberíamos incluir ya el negacionismo de la contaminación lumínica en el grupo del negacionismo de la emergencia climática, del terraplanismo y los antivacunas.

Si además conocimos hace semanas que en los presupuestos municipales para el próximo año se contemplan más de dos millones para cambiar la iluminación urbana convencional por LED (olvidemos que hace tiempo se dijo que la práctica totalidad de dicha iluminación ya era LED) pero mencionando expresamente que el objetivo era «aumentar la luminosidad de la ciudad» nos encontramos ante un ejercicio de negacionismo militante de la contaminación lumínica.

Todas las grandes ciudades hace tiempo que caminan en dirección contraria siguiendo la evidencia científica y las recomendaciones internacionales. ¿Precisamente en esto queremos ser una excepción?