Dos establecimientos churreros eligieron para abrir el día que se cerró la hostelería

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Qué Churros y El 31 comparten producto y un olfato «infalible» para las fechas

18 nov 2020 . Actualizado a las 22:29 h.

Primer fin de semana de noviembre. ¡Oye, qué buenas fechas para abrir una churrería! Eso debieron de pensar -y además de pensarlo, lo hicieron-, los responsables de las chocolaterías Qué Churros y El 31. Entre ellos, nada en común excepto que se dedican a trabajar con la misma mercancía, que optaron por abrir sus negocios en el barrio de O Calvario y que, al final, el día tampoco salió tan ideal para eventos. Más bien fue un churro.

En realidad no era mala idea ofrecer a los vecinos de Vigo la posibilidad de tener más lugares donde disfrutar de un chocolate con churros calentito de una jornada otoñal, pero no contaban con los planes de expansión del coronavirus en Galicia ni, sobre todo, con las medidas que el Ejecutivo gallego decidió tomar dada la trepidante escalada del virus decretando el cierre de la hostelería.

Así las cosas, con todo dispuesto, establecimientos preparados, la masa lista para convertirse en crujientes bastoncillos cilíndricos y estriados, tanto el uno como el otro tiraron para adelante.

XOAN CARLOS GIL

Qué Churros ya llevaba un tiempo anunciándolo. Tienen dos pequeños locales en Vigo, muy cerca el uno del otro (en Cesáreo González, 13 y El Carmen, 6) y la clientela ya estaba avisada. Los adictos a los churros contaban con que pronto abrirían un tercer establecimiento en Urzaiz, 193, en la concurrida peatonal. El negocio que regentan Raúl Mosquera, su mujer Concepción Casas y su hija Paula a unos pasos de la piscina municipal de As Travesas se expandían al otro lado de la ciudad con su proyecto más ambicioso: un local de dos plantas, mucho más grande que los otros dos juntos, cuatro empleados contratados y preparados para empezar a servir en la barra y en las mesas. Como recuerda Paula, «fue un palo, hubo que prescindir de todos menos uno temporalmente, pero decidimos seguir», asegura.

No les ha ido mal la apuesta. Las colas que hay cada día delante de Urzaiz , 193, lo demuestran. Por fortuna, ellos ya tenían rodado el sistema, tanto para recoger en el local como para llevar a domicilio. Como recuerda la viguesa que creció rodeada de maestros churreros, ellos tienen su propio servicio de entregas y también se pueden hacer pedidos a través de la plataforma Just Eat. Ahora lo que están deseando es que la hostelería reabra y ellos puedan inaugurar el negocio a la manera tradicional, ofreciendo la posibilidad de tomar consumiciones en el local que aunque está especializado en chocolate, también tendrá otras bebidas, «por ejemplo, un café ecológico muy bueno», advierte añadiendo que esperan «una Navidad a tope».

XOAN CARLOS GIL

De Bouzas a O Calvario

Por su parte, José María Miguens también se quedó bastante helado cuando supo que la inauguración de su local, en la calle Cataluña, 5, en un lateral del Mercado de O Calvario y no muy lejos de Qué Churros, no iba a ser lo que pensaba.

En su caso, no lo tenía todo tan preparado. De hecho, hasta la semana que viene no tienen teléfono y cuando así sea y terminen los trámites, se podrán hacer pedidos a través de la plataforma local DBarrio.

Los churros de los Miguens son también conocidos por los adictos a este producto en el sur de la provincia. Su puesto móvil ha estado muchos años en Bouzas y en la asociación Feria de Cabral, y el tráiler ha recorrido muchos kilómetros para trabajar en recintos de fiestas.

El joven de 28 años aprendió al lado de su padre, el coruñés de Porto do Son, José, que tiene 87 años, y de su madre, María Aurora, ya fallecida. El joven que lleva ya diez años al frente del negocio del que su progenitor se jubiló pero no tuvo mucha suerte. Primero tuvo que dejar el espacio que ocupaba en Bouzas «al cambiar la legislación nos lo prohibió el Concello», indica, Hasta se recogieron firmas en Change.org para que no les hicieran marcharse, pero no sirvió de nada. Luego, José María alquiló un local en la calle Martín Echegaray que también tuvo que dejar. «Nos engañaron. No tenía salida de humos y era un desastre», recuerda. Ahora El 31 empieza una nueva etapa y planea reformar por completo el local que acaba de coger.