La hostelería de Vigo se adapta al horario europeo

Begoña Rodríguez Sotelino
b. r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Media docena de locales adelantan o amplían aperturas para compensar pérdidas por el cierre obligatorio a las 23.00 horas

05 nov 2020 . Actualizado a las 01:05 h.

Mientras la lucha contra la pandemia acaba con la paciencia de los ciudadanos, ya que cada vez son más los sectores afectados en su quehacer cotidiano por la crisis sanitaria, los hosteleros aún enjugan su amargura con ideas para sobrevivir. Ahora ya no se trata de salvarse con cierres temporales, sino de evitar los ceses de actividad definitivos, pero la última medida de la Administración ante el repunte de contagios, la reducción de horarios, ha vuelto a tirar con bala sobre bares y restaurantes. Algunos, cada vez más en Vigo, han reaccionado con iniciativas, que como medida de emergencia, tratan de paliar más pérdidas

El adelanto de horarios en las cocinas es una de las últimas novedades, pero habituar de un día para otro a costumbres que para el resto de los europeos son las normales, no es fácil. Aún así, ya hay varios que lo hacen. Con humor, por ejemplo, intenta seguir adelante el restaurante multicultural Xantana, a unos metros del Teatro Afundación: «Edición especial convivientes. Venid a la merienda-cena, a partir de las 20.00. Si vives en Vigo, ¡claro!», es lo que escribían en su muro de Facebook este pasado fin de semana de cierre perimetral. Guillermo Herrero, que lo lleva junto a Ana Valença, cuenta que han adelantado sus horarios de apertura y cierre junto a otras iniciativas, como comenzar a servir platos para llevar y convertir el menú del día, de lunes a viernes, en una aventura para viajar con el paladar a diferentes destinos: Asia, India, Tailandia, Magreb o Líbano. Guillermo reconoce que el adelanto de los horarios «tiene pocos seguidores, a los que se les agradece muy especialmente el apoyo. Esto sirve para paliar un poquito el mal momento que todos estamos pasando, pero el gran problema ya no es la hora a la que la gente viene a comer o cenar, es que hay pánico a estar en interiores, por eso nos decidimos a poner en marcha el take away, para recoger aquí o a domicilio», explica.

En el restaurante El Juliana hasta han ideado un logo: «En 2020, cenamos a las 20», sugiriendo a los clientes que adelanten sus cenas los fines de semana. María Penín, responsable del local con dos amplias terrazas ubicado en Ronda de Don Bosco, es consciente de que «no vamos a convertirnos en alemanes en una semana». Indica que son «pequeños apaños para adaptarnos, pero lo que se está haciendo con la hostelería es matarnos en vida y tomar medidas de un momento para otro, ya con las neveras llenas, ha sido muy injusto», recuerda.

Omar Fares, gerente de La Central, La Trastienda del Cuatro y Nero, el nuevo italiano de la Alameda, ha optado por otra solución que va más allá del horario europeo. Su recurso ha ido la implantación «momentánea», advierte «porque con tantos cambios vamos adaptándonos diariamente», de que las cocinas de sus locales funcionen todo el tiempo. Mientras los restaurantes están abiertos, las cocinas, también. «Es para salvaguardar el empleo», justifica. «Tengo mucha más plantilla de la que necesito ahora, no se puede echar a nadie y no queremos meternos en más ERTES así que hemos implantado de viernes a domingos, tres turnos de cocina que cubren todo el tiempo, mañana, tarde y noche, de las 12.00 a las 22.00 horas», explica añadiendo que son conscientes de que nadie se va a pedir «un chuletón a la hora de la caña, pero ofrecemos al público la posibilidad de tense disponible un picoteo amplio, en cualquier momento».

Hasta El Mono Vintage ha adelantado el horario de sus eventos. Además de pedir al público que vayan a cenar antes, a las 20.00 horas, sus míticos bingos con show de los viernes también son una hora antes: el primero a las 20.00 y el segundo a las 21.00 horas

César Ballesteros, presidente de la Federación Provincial de Empresarios de la Hostelería (Feprohos), reflexiona sobre el momento actual. «El sector está roto y hay una frustración alta. Nos han puesto al borde del abismo. Medidas como estas que empiezan a surgir, tratando de acercarse al modelo europeo, son parches en una rueda con un boquete enorme. Hacemos de todo para evitar cierres, pero a pesar de que el cuidado de la hostelería ha sido extraordinario, lo que se nos está haciendo no es justo. Ahora, además, inspección de Trabajo está rechazando muchos ERTES», lamenta.