Cascada de cierres y despidos en la hostelería al caer un 50 % las ventas

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Algunos restaurantes no admiten clientes a partir de las 22.15 por el toque de queda

01 nov 2020 . Actualizado a las 19:52 h.

Cierres y despidos marcan el inicio del mes de Difuntos para la hostelería de Vigo, cuya facturación ha bajado aproximadamente a la mitad respecto a fines de semana anteriores, según corrobora el sector. Menos mal que el termómetro palió en parte el varapalo sufrido por las nuevas restricciones para evitar más contagios por la pandemia, unas medidas que cuestionan algunos profesionales de la restauración y que se revisarán el martes.

El Capitán ha sido uno de los restaurantes de la ciudad que no abrió sus puertas, como La Mina y otros del centro y de Churruca. «Permanecemos cerrados porque no nos dejan trabajar», reza un cartel en el escaparate del emblemático local de la calle Triunfo.

La noche del viernes, primer día de cierre perimetral de Vigo, empezó pronto. A las 20.00 horas ya estaba llena la terraza de La Tita Rivera, en la plaza de Compostela. Un poco más adelante, uno de los responsables del mesón Compostela salía a tomar el aire ávido de clientela que a esa hora escaseaba en su local.

El centro comercial A Laxe exhibe unos impotentes árboles navideños que intentan animar a un público escaso. Gian Luca, italiano que investiga en la Universidad de Vigo, alaba la decoración. «Está bien, da mucho ambiente», decía. Más abajo, la calle de las ostras aparece vacía, un panorama muy distinto al de otras épocas con los autobuses escupiendo turistas en busca del preciado marisco. Desde la plaza de la Colegiata, donde en verano las risas de los grupos de amigos invadían las escaleras tomando botellines de cerveza, solo se escuchaba en el arranque del fin de semana la balada de un cantautor solitario que miraba triste al horizonte.

En la taberna Sopapo, el dueño, César Fernández Vidal, propina una bofetada de realismo: «No tiene sentido ninguno que se hagan restricciones a las tres de la tarde en vísperas del fin de semana». «La suerte para nosotros es que tenemos terraza», dice en una noche de temperaturas suaves. Mientras pone las comandas en las bandejas de los camareros, señalaba «La gente tiene inseguridad y los alquileres hay que seguir pagándolos». Y mira a grupos de clientes: «Tienen que ser todo convivientes y de Vigo, pero... ¿cómo vamos a actuar nosotros de policías? La noche puede ser peligrosa, pero los autobuses van llenos sin mucho control», afirma mientras servía una copa de vino blanco.

En una mesa una familia ya estaba en los postres a las 20.30 horas. Antonio, Marta y sus hijas en edad escolar se veían obligados a cenar temprano. «A mí, a esta hora no me entra nada de comida», aseguraba la madre.