Un profesor de taekuondo acrobático niega abusos a una alumna: «Solo hice trabajo corporal»

E. V. Pita VIGO

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Juzgados de Vigo donde se llevó la causa
Juzgados de Vigo donde se llevó la causa E.V.Pita

El implicado aseguró que no se excitó durante los masajes a la deportista de 15 años porque él tomaba una medicación que anulaba su libido

20 jun 2021 . Actualizado a las 20:38 h.

Un profesor de taekuondo acrobático de Vigo ha comparecido esta mañana en un juicio como acusado de supuestos abusos sexuales de una alumna de 15 años en octubre del 2018 pero él negó todos los cargos. Mantiene su inocencia y argumenta que se limitó a hacer novedosos ejercicios técnicos y que realizó un «trabajo corporal» que exige practicar una serie de posturas corporales en las que son inevitables los rozamientos o tocar zonas sensibles pero nunca erógenas.

La menor acusó a su entrenador de darle masajes y hacerle tocamientos en partes íntimas durante unas clases especiales que el profesor le impartió a solas en su casa. Previamente, el tutor le pidió que se quitase el sujetador para «soltarse» en su expresividad corporal. 

La vista ha comenzado esta mañana en la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo. El profesor, que también ejerce como director del club, se enfrenta a cinco años de cárcel, inhabilitación para su oficio durante ocho años y el pago de 6.000 euros a la perjudicada.

 El taekuondo acrobático es una disciplina deportiva que combina las artes marciales con la danza de exhibición y la coreografía. En el 2018, el club participaba en los campeonatos nacionales (tenía un palmarés de cinco títulos) y europeos. Debido a la inminencia del europeo, el entrenador seleccionó a alumnas de alto nivel y les propuso ensayar en su casa unos ejercicios experimentales de expresividad corporal muy novedosos con el fin de mejorar la puntuación de cara al jurado y alzarse con el triunfo. La denunciante asistió a esas clases especiales en calidad de acompañante de otra joven aspirante al título. Les exigió a las asistentes que, debido a la novedad, no debían revelar nada de lo sucedido en esas clases.

El profesor y director del club deportivo alegó que se limitó a «hacer un trabajo corporal» con su alumna menor de edad y aseguró al Tribunal y la Fiscalía: «Es difícil explicarle a ustedes el trabajo que yo realizo y es facilísimo pensar en otra cosa». Insistió en el juicio en que «no pasó nada» y que él no sabía la edad exacta de su alumna, la cual era cadete.

Preguntado si existía alguna enemistad o rencor hacia él por parte de la denunciante o sus padres, el profesor explicó que había un alto nivel en el campeonato europeo y se veía a elegir a las mejores y que muchos padres presionaban mucho y generaban estrés a los hijos, por lo que saltaban las envidias.

Aclaró que le hizo preguntas de carácter sexual a la alumna porque ella no había madurado y la veía bloqueada deportivamente. En su opinión, para tener un alto nivel y evolucionar en la técnica hay que madurar emocionalmente, según relató al tribunal.

El profesor también negó que durante la ejecución de los masajes y la práctica de posturas juntos se hubiese excitado sexualmente con la adolescente porque en aquel momento él, a causa de un dolor, tomaba una medicación que le anulaba la libido. La denunciante contó a su familia y compañeras que se sintió intimidada por la proximidad de la respiración jadeante de su tutor en las clases pero el acusado alega que simplemente estaba respirando cerca de la oreja de ella al hacer un ejercicio y, por estar en otoño, él  tenía la voz más ronca.

«Es la primera vez en 30 años que le pido a una alumna que se quite el sujetador, es un caso excepcional, ella estaba bloqueada, no evolucionaba en su expresividad, no quedaban más ejercicios qué hacer, lo agoté todo. No intenté una provocación sexual y no la toqué», resumió el implicado. 

El acusado sospecha que la alumna estaba amargada porque ella se sentía relegada en los campeonatos porque las nuevas cadetes eran mejores y ganaban protagonismo.

Añadió que expulsó del equipo al exnovio de la denunciante, un acróbata de 20 años, porque era un promiscuo que ligaba con todas sus compañeras adolescentes, conducta que el club ni los padres permitían debido a la importante diferencia de edad. 

Testigos

La víctima declaró tras un biombo y sin la presencia del acusado para no tener contacto visual aunque sí estaba presente su abogado para no causarle indefensión.

Una compañera contó que la adolescente, tras el incidente, le entregó una nota manuscrita donde le relataba los supuestos tocamientos a los que le sometió el profesor.

La familia de la menor presentó una denuncia y, posteriormente, la madre dice que, alertada por otro alumno, pilló «in fraganti» al mismo profesor días después en el vestuario femenino cuando masajeaba las partes íntimas de la víctima con la excusa de hacer unos estiramientos.

Un alumno relató que el profesor y entrenador era «como un padre» para él y que el pequeño club, de 30 miembros, era como una familia pues muchos llevaban allí desde la infancia. Admitió que el tutor se inmiscuía en asuntos privados y amorosos de los alumnos, criticaba a sus amigos, los regañaba si iban a la playa, o les prohibía salir con compañeras de diferente edad.

Dicho alumno jamás sospechó que el tutor abusase de las menores, ya que era muy estricto. Contó que cuando él tenía 20 años, el entrenador le expulsó del equipo por ligar con niñas del club, entre ellas la denunciante, y le obligó a ir a un psicólogo para evitar que en el futuro se convirtiese en un pederasta. Una vez que acudió a la terapia, el tutor le readmitió en el club. Niega estar resentido, sino que aceptó el consejo de su maestro y su relación siguió siendo buena.

Otra compañera de la denunciante testificó que en los ejercicios corporales era habitual que algunas veces se rozasen partes pudendas o se practicasen posturas de tipo técnico que, a ojos inexpertos podrían resultar escandalosas, pero que formaban parte de la actividad normal de este deporte que unifica las artes marciales, la danza de exhibición y la expresividad. Era corriente que les tocasen el cuerpo, de forma técnica y neutral.

Las alumnas aseguran que, durante su permanencia en el club, a ninguna se le pidió que se quitase el sujetador durante los ejercicios ni les hicieron preguntas de índole sexual, salvo si alguna vez las hacía la profesora, y que todo transcurrió con normalidad en los entrenamientos. Ahora, en perspectiva, alguna comentó en el juicio que algunas posturas o comentarios jocosos respecto a ciertas partes pudendas del cuerpo que hacía el profesor no eran normales. Pero solo les parece raro años después.