Cortes de pelo a ritmo de reggaeton

Alejandra Pascual Santiago
alejandra pascual VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

En Edwin Barber Shop, la peluquería regentada por un dominicano en el barrio vigués de Casablanca, sus trabajadores acompañan el ruido de las tijeras con música «dance» y cervecitas

30 ago 2020 . Actualizado a las 22:57 h.

Lograr que el buen rollo se trasalade a más de 6.000 kilómetros de distancia, desde Centroamérica hasta España, es un don que atesoran los domicanos. Y saben manejarlo con mucha gracia. Miguel Ángel Wilson, gerente de Edwin Barber Shop, ha conseguido transportar esa esencia tropical del Caribe hasta la calle Brasil, en pleno centro de Vigo.

Cuatro años instalado cerca de la iglesia de Fátima y otro más en su establecimiento actual le han bastado a Wilson para que el suyo sea un negocio con historia. El peluquero, conocido como Edwin, ya es toda una leyenda del barrio Casablanca. Su barbería la conocen desde sus colegas latinos y chavales de la zona hasta abogados y abuelas repeinadas, acompañadas por un bastón, que pasan por delante cada día para comprar patatas en bolsa en la churrería de la esquina.

Desde fuera parece una barbería de barrio, pero adentrarse en el número 32 de la calle Brasil es como hacer una pequeña escala en Santo Domingo. La sensualidad del acento dominicano se acompasa con el sonido de la música reggaeton y el hip-hop comercial. «Aquí siempre suenan risas y coros. ¿Cómo te digo? Somos gente divetida», explica el responsable. El ruido de las maquinillas de afeitar, el baluarte principal de los tres peluqueros, es otra constante.

Frente al café que suelen ofrecer los locales de belleza más tradicionales, Edwin y sus colegas prefieren convidar a acompañar el paso por la rapadora con una cervecita que conservan en la nevera del centro del establecimiento. «Suelen decirnos que se les pasa muy rápido el tiempo en las sesiones», destaca. A esto bien podría ayudar el hecho de dejarse llevar por las habladurías de Wilson, sus dos acompañantes y todos los colegas que se dejan caer por el local. Todos ellos manejan, con gracia, el cotarro. «Aquí somos tigres documentados» es la expresión a la que se remiten para referirse a que «aquí somos gente seria», aclara Edwin.

«No tenemos un tipo de cliente específico», puntualiza Edwin. Apunta que reciben «a una mayoría de Centromérica, entre ellos futbolistas del Celta, pero también a una mucha gente de Vigo». «Incluso tengo a tres clientes chinos», cuenta entre risas para dejar claro que en su local no importa si uno es «de acá o de allá» ni tampoco el color de su tez ni la forma de sus ojos.

En cuanto a cortes de pelo, están abiertos a todo tipo de sugerencias, también las de interesados en mantener su tupé clásico con raya lateral. «En mujeres no somos expertos», aclara Edwin, que tampoco rehusaría probar con ellas.

«Más bien somos los reyes de la rapadora», subraya. Muchos de sus clientes se atreven a conjuntar sus tatuajes imposibles, como besos en el cuello, con degradados a diferentes niveles, algunos de ellos con formas galácticas como estrellas y ondas. Resulta lógico pensar que estas creaciones son el resultado de más minutos invertidos de los que se suelen necesitar para un corte de pelo tradicional.

Prefiere guardarse el secreto de cuál es la marca a la que compra todos sus productos para lograr, con precisión, el tacto esponjoso de los peinados de sus clientes. «Soy una persona fiel. Los compro por Internet y son franceses. Somos gente elegante», presume Edwin.

Miguel Ángel Wilson nació en la República Dominicana en 1993. Llegó a Vigo con solo 16 años, con sus estudios de peluquería y estética cursados a medias. Una vez instalado continuó su formación y fue hace cinco años cuando se animó a abrir su primer local cerca de la iglesia de Fátima. «Al principio no me gustaba la profesión, pero ahora ya le he cogido cariño», confiesa.

A sus 27 años, el dominicano ya cuida de una hija. Todavía es muy pequeña, pero no le importaría que ella continuase con el negocio que ha levantado su padre y que ya se ha ganado la confianza y el cariño de los vecinos de uno de los barrios más populosos de la mayor ciudad de Galicia.

Cinco años han bastado para que Edwin Barber Shop se ganase una clientela fija. Aun con coronavirus, Wilson agradece la fidelidad y frecuencia de cuantos los visitan.

Un lustro.

Dónde está

Rúa Brasil, 32 (Vigo). Antes estuvo junto a Fátima.