De la leche al vino en un siglo

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Martín y Marcos, los hijos de Juan Antonio y Marisa, han convertido el clásico establecimiento en una tienda especializada donde encontrar una enorme variedad de marcas al mejor precio del mercado

31 jul 2020 . Actualizado a las 10:37 h.

A Mantequerías Arjeriz le ha quedado el nombre, pero poco género lácteo desfila ya por su mostradores desde que en el local anexo había una lechería a la que llegaba el género en cántaros y luego en envases de cristal. Escasos locales quedan en Vigo con tanta historia como este establecimiento que ha vivido tantas vidas. Cuando se hizo cargo de él Juan Antonio Marcote, hoy jubilado, ya había sido un almacén de coloniales hasta que la empresa lucense Arjeriz se hizo con la tienda que gestionaba Valentín Baraja, aunque al principio solo fuera para servir de escaparate de los productos de la que más tarde se convertiría en Larsa.

Recordaba Marcote hace años que unos sobrinos de los fundadores de Arjeriz montaron Lácteo Agrícola Rodríguez, el germen de la compañía lechera que llegó a tener factoría en Balaídos, aunque la tienda de la calle Carral siguió siendo un ultramarinos, llamándose entonces Granja Arjeriz. La empresa dio sus primeros pasos cerca de la Porta do Sol viguesa y en su época dorada llegó a tener más de diez empleados, muchos dedicados al reparto a domicilio.

Martín, el mayor de los hijos de Juan, ya lleva casi una década tras el mostrador y media vida creciendo en la trastienda. «Nos criamos aquí. Salíamos del colegio y en la parte de atrás hacíamos los deberes», recuerda. Estudió Trabajo Social, hizo las prácticas de la carrera pero al final tiró más la tradición. Pero también ha habido modificaciones. «Lo que cambió en los últimos años es que en los alrededores surgió alguna tienda más de delicatesen más específica» y cuenta que se han ido amoldando a esos nuevos negocios del barrio para convivir en armonía, dejando para otros como Vazey, «que cogió un chico joven y amigo», que lleven ellos las riendas de la charcutería o que la vecina quesería haga lo propio con su especialidad, para ellos centrarse en su producto estrella, que es el vino.

Otra cosa que también cambió es que a la empresa se incorporó su hermano Marcos, tres años menor. Atrás quedó su licenciatura el Filoloxía Galega y ahora son los dos al frente del local en el que su padre pasó medio siglo y su madre, Marisa, no tanto, pero casi. En las estanterías se acumulan referencias de más de 300 bodegas, pero tienen claro que son una tienda y no una vinoteca, por lo que no tienen intención de competir en esa liga.

Además del vino, en Arjeriz tienen una amplia gama de destilados y espirituosos. «Mantenemos una pequeña sección de conservas, algún producto gallego y lo mínimo en charcutería. Esa parte ya no era nuestro fuerte, teníamos lo básico para surtir a los mayores del barrio y para acompañar un vino, pero desde la crisis del coronavirus retiramos la máquina de cortar. Con las medidas de higiene nos es muy complicado y decidimos prescindir de ella», explica. Ahora, lo que continúan ofreciendo está envasado al vacío, y el chorizo y salchichón ibérico, en piezas enteras. Y también los frutos secos de los que su madre se encargaba antes.

En la familia Marcote siempre ha habido pasión por el mundo del vino, del que han ido aprendiendo sin academicismos, pero con mucha práctica. Martín y Marcos reconocen a su padre como gran maestro. «Es un fenómeno. Tiene un paladar fino que detecta detalles a los que especialistas no llegan», advierte. Pero en la familia ya hay más miembros que han tirado por ahí. «Una prima nuestra estudió enología y está trabajando en El Priorato y otro tiene bodega propia y colabora además con Martín Codax», cuenta. Los hermanos también se han formado en el sector. Han hecho decenas de cursos y visitado las D.O. para conocer cómo se hacen «y el terreno, que al final es más esencial que la uva», aclara.

«Antes, cuando entraba un vino nuevo, nos juntábamos los domingos pensando ya en la tienda, en plan cata. Lo primero que pensamos siempre es en cómo encajaría con nuestro público», afirma. Buenos vinos escapando de las gamas de grandes superficies es el fuerte de Arjeriz. «No buscamos la exclusividad, ni la experiencia de una cata, sino que te mejore la comida en el día a día», resume.

Desde 1920

Dónde está

Calle Carral, 12. Vigo