
El doblete que el grupo ofrece este fin de semana en Vigo supone una de las primeras muestras de la nueva normalidad musical en Galicia
03 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Dice Álvaro Urquijo, voz y guitarra de Los Secretos, que «no es ninguna casualidad» que cada vez que su grupo «empieza una gira o afronta un cambio lo haga en Galicia». Se deshace en cariño: «Siempre nos hemos encontrado con una gente muy educada musicalmente, que nos ha recibido muy bien. Se piensa muchas veces que esto es como el fútbol y que se juega mejor en casa, pero no es así. Nosotros en Madrid no gozamos de la satisfacción tan plena que tenemos en sitios como Galicia o Asturias, por ejemplo». Ahora afrontan algo totalmente insólito: recitales con las medidas excepcionales del coronavirus. «Los primeros sorprendidos vamos a ser nosotros. Nunca hemos hecho conciertos en circunstancias similares», reflexiona. Los primeros serán hoy y mañana en la terraza del Auditorio Mar de Vigo, dentro del Festival TerraCeo. La respuesta del público refrenda la complicidad antedicha. Todo está agotado desde hace días.
-¿Se imagina el público con mascarilla?
-Para mí será algo raro. Yo suelo mirar mucho a la gente, tengo esa costumbre. Mi hermano, por ejemplo, tocaba con los ojos cerrados. Pero a mí me gusta ver las reacciones y empatizar. Va a ser un poco extraño. Pero el tipo de concierto que vamos a hacer será muy tranquilo, para ver tomando una consumición. Va a ser muy gozoso y agradable.
-En esta pandemia su canción «A tu lado» ha demostrado tener vida propia y cambiante. Se ha convertido en uno de los himnos del confinamiento.
-Sí, esa canción es especial. No se promocionó en su día. En 1995 no encontró un hueco en las listas de éxito. Había mucha competencia. Estaban los M-Clan a tope, Los Rodríguez... Vendimos 17.000 discos que hoy sería una barbaridad, pero entonces fue un fracaso. Enrique decidió dejar de tocarla. Pero al morir mi hermano el tema cogió un significado nuevo dentro de la gente. Ahora la gente se manda vídeos con esa canción por WhatsApp. Un amigo me hizo llegar uno en el que 50 familiares lo cantaban para una boda. Pero cuando llega la pandemia, me llega otro de que una persona la pone en su terraza y todo el vecindario se pone a cantar la canción. Esa misma tarde la regrabé muy domésticamente. El batería usó un cubo de Ikea, por ejemplo. La nueva versión se hizo muy viral.
-¿Cedieron los derechos?
-Sí, primero para la sanidad pública y luego para la Cruz Roja. En el fondo, es darle a la gente lo que nos ha dado durante todos estos años. Nosotros no seríamos nada sin esas cosas, porque nuestra música ha calado en esa gente sin ser un fenómeno de ventas. Tú paras en cualquier pueblo de la geografía española, vas a la plaza del pueblo, sacas la cabeza y gritas: «He muerto y he resucitado». Y seguramente alguien contesta la canción. Sin embargo, le preguntas si ha comprado algún disco de Los Secretos y te dirá que no [risas]. No hemos sido un fenómeno económico, pero la música ha tenido la capacidad de estar ahí.
-Cambia el mundo y sus temas cambian con él como emociones eternas. Podría ser la definición de un clásico.
-Solo puedo expresar mi respeto y mi cariño a la gente que, de una manera natural, la tiene como parte de su vida. O esa canción pegadita a su álbum de recuerdos. A mí me pasa muchísimo. Yo cuando escucho canciones cantadas por Enrique me emociono. La música no se queda en lo que la industria desea, que es un consumo inmediato y luego vamos a otra cosa. Para mí la música va unida a mi vida, a la gente que quiero y a mis recuerdos. Eso le ocurre a todo el mundo.
-¿Ha sido un momento este para hacer canciones para esa eternidad?
-No. Ha habido mucha gente que ha hecho canciones hablando del confinamiento y la enfermedad, yo lo respeto muchísimo. Pero yo honestamente no me he visto motivado por esta situación. Al contrario: durante el confinamiento he necesitado sacar cosas positivas, como hacer A tu lado con veinte invitados. O un tema con Albert Hammond. Cosas que te hagan olvidar la pandemia y esa sensación de cierta ansiedad, sufrimiento y miedo. Mi suegro murió de esto a finales de marzo y lo tenemos cerca. Amigos nuestros han estado muy enfermos. Conocemos casos muy desagradables, que lo han pasado fatal. De hecho, si hay una queja que yo pueda hacer es que, igual que en una cajetilla de tabaco ponen los pulmones de un señor con cáncer o en las campañas de tráfico accidentes horrorosos, aquí no se haga algo similar. Se ha evitado políticamente hablando y eso ha generado que haya mucha gente que no tome las medidas que tiene que tomar ante algo así.