Citroën GS: quién se lo iba a decir a Umbral

Por Jesús Flores

VIGO CIUDAD

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En la España proteccionista y pre-UE de 1974 (al principio solo se fabricaba en Vigo para el mercado exterior) fue el primer automóvil sin el logo de Seat en conseguir el título de coche del año. Medio siglo después el Citroën GS es un icono en la memoria de un par de generaciones de españoles.

28 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

E n uno de sus trabajos de última hora, Cartas a mi mujer, el escritor Francisco Umbral (1932-2007) recurre al GS que había conducido a primeros de los años ochenta como metáfora de su vida y de su matrimonio. Umbral presiente que está en las últimas y mira por la ventana a su veterano automóvil mientras se confiesa con su esposa a través de unas cuartillas: «Ya no soy más que un viejo GS, amor, el Citroën del garaje, que ya nunca sacas, y que disfruta eternamente de una penumbra de aceite, lana y aperos de jardinería». Umbral no podría imaginar que unos años más tarde este modelo, al que también recurrió en sus artículos en prensa para ponerle nombre al despegue ochentero de España («mi señora se ha comprado un GS, que es el coche del año», La Voz 14-2-1974), se convertiría en una estampa de lo imperecedero: cuando se cumple medio siglo del comienzo de su fabricación -que en España corrió a cargo de la factoría de Vigo desde 1971 y durante casi tres años solo para el mercado exterior, puesto que, tal y como recuerda La Voz de la época, Citroën no cumplía «todos los requisitos sobre nacionalización»-, el GS ha sido nombrado el mejor coche del año de todos los tiempos. Los diseñadores de automóviles rescatan las suaves líneas curvas dibujadas por el gurú Robert Opron como uno de los grandes aciertos de la historia del automóvil, los ingenieros elogian su suspensión hidroneumática y los expertos en márketing recuerdan la intuición de la marca al promocionar su modelo como el único que podía desplazarse sobre tres ruedas. La seguridad empezaba a verse como un valor añadido. Llegó a España en su versión 1220 Club, con un precio de 162.000 pesetas (unos 980 euros) para competir con modelos de pedigrí como el R-12, el Simca 1200 o el Seat 124. Se fabricó hasta 1986, tras pasar en sus últimos años por la inevitable cirugía estética, y los sobrevivió a todos. Y el GS («el coche que empieza donde otros acaban)» y Francisco Umbral («yo he venido aquí a hablar de mi libro») se convertirían en iconos pop del póster de una época de España.