La policía pesca a fugitivos que salen de noche a pasear por la ciudad

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Óscar Vázquez

Los agentes atribuyen a los fuera de ley una «torpeza» al infringir el confinamiento

25 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Los tiempos de epidemia no son buenos para los fugitivos de Vigo. El confinamiento no va con ellos, por algo son fuera de la ley, buscados por varios juzgados a la vez. Tenían que haber entrado en prisión pero se escabulleron y desde hace meses aislados en galpones o guaridas esquivando con sigilo a los coches patrulla. Al ocultarse el sol salen a tomar el aire pero el real decreto del estado de alarma equivale a alumbrarlos con un foco. Un peatón vagando solo por la calle de noche en medio de la cuarentena resplandece como una luciérnaga y atrae a los agentes.

Los fugitivos de Vigo han empezado a caer uno tras otro desde que empezó la emergencia sanitaria porque se topan con controles policiales que multan a los ciudadanos que burlan el confinamiento. La tolerancia cero con los infractores ha llenado la misma red con los prófugos.

Óscar Vázquez

Tanto la comisaría como la jefatura local cuentan la misma historia: ladrones pillados por la policía de balcón (vecinos que delatan a peatones ociosos), delincuentes multirreincidentes capturados cuando viajaban dos ocupantes en un coche o viejos conocidos detenidos por estar sentados en un banco a varios kilómetros de su casa. Incluso un camello fue desenmascarado porque sus clientes rompieron el confinamiento para ir a su barrio a surtirse de droga.

Al ponerles la sanción por estar en la calle sin justificación, salta el historial del infractor en la base de datos. Si tienen alguna orden de búsqueda y captura, esa noche duermen en los calabozos.

La Policía Local de Vigo siguió el jueves «pescando» a fugitivos que se arriesgaron a salir de su escondrijo. El último caso fue ayer a las 21.30 horas en la calle 8 de marzo, por la zona de Camelias. Los agentes pararon a C.M.S., ferrolano de 53 años, cuando paseaba lejos de su domicilio en Vigo. No pudo dar un motivo justificado de su presencia en la calle. Figuraba con una orden de detención y presentación ordenada por el juzgado de Instrucción número 1 de Santiago de Compostela, pues allí le acusan de quebrantar una condena. Además de ser multado, fue llevado a los calabozos.

Expertos policiales creen que algunos fugitivos están cayendo en una «torpeza» al salir de casa y multiplicar por mil su visibilidad. Esta forma impulsiva de actuar les está devolviendo a la Justicia uno a uno en cuanto pisan la calle a refrescarse.

Y es que si un prófugo quiere moverse en coche de un lado a otro de la ciudad lo tiene crudo para pasar desapercibido o eludir los filtros policiales en las entradas y salidas de la ciudad. Solo puede uno por vehículo, o con otra persona detrás, y llevar un justificante de su empresa. Pero la policía pronto comprueba cuál es el oficio del infractor y lo arrestan. Y si el prófugo prepara un nuevo golpe no puede quedar con sus cómplices al estar prohibidas las reuniones en la vía.