Otra crisis similar fue la de la gripe de 1918, que dejó en Vigo al menos 600 muertos. El laboratorio municipal tomó medidas cautelares ya en verano, con una exhaustiva desinfección de locales públicos, como escuelas, iglesias, teatros e incluso prostíbulos en el barrio da Ferrería. Pero esta actuación y las sucesivas recomendaciones de higiene no sirvieron de nada: en septiembre ya había en Vigo 53 personas hospitalizadas por la gripe. Y en octubre se desencadenaría la más terrible crisis sanitaria. A lo largo del mes, el Ayuntamiento ordenó la desinfección diaria de cafés, hoteles, templos y vehículos de viajeros. E incluso se prohibía el acceso a los tranvías a las personas con síntomas de fiebre.
En 1918, fueron cerrados todos los bares y cafés, junto a los comercios salvo los de alimentación. También se cerró el acceso a los cementerios y se suspendió el servicio de correo postal. Y los diarios publicaron recomendaciones con una letanía siempre presente: «lavarse cuidadosamente las manos con jabón y alcohol».