Once letras es el titular que acaban de leer. Dos simples palabras que son mucho más poderosas que las 1.800 letras de esta columna.
Mil ochocientas letras que deberían servirme para hablar de la Escola Superior de Enxeñaría Informática (ESEI) en la Universidade de Vigo, de sus ya 28 años de existencia, o de sus instalaciones en un edificio de más de 22.000 metros cuadrados, con catorce laboratorios, con más de 300 ordenadores y equipamiento de electrónica y automática, o de su profesorado de alto nivel, cercano al alumnado. Y todo ello, en un campus urbano, integrado en una ciudad como Ourense, viva y dinámica y que en los últimos años cuenta con un vibrante ecosistema tecnológico a su alrededor.
Pero son esas dos palabras, dichas por unos padres a sus hijos en el momento de elegir una carrera, las que pueden cambiar radicalmente toda una vida. Son la diferencia entre un incipiente sentimiento vocacional o un mar de dudas existencial.
Estos jóvenes a punto de elegir su futuro seguramente no lean esta columna, pero sí que viven usando software a todas horas. Está integrado en todo lo que nos rodea y todos somos conscientes de su importancia.
Vocación
Si han pensado en estudiar Ingeniería Informática, pueden no estar seguros de su vocación, pero podrían haber pensado en el mercado laboral con grandes oportunidades presentes y futuras, o haber pensado en diseñar la inteligencia de las futuras redes sociales, o en crear videojuegos, o ver la informática como una profesión que cambiará cualquier otro sector donde esté su vocación.
Debemos estar atentos a no condicionar su futuro ni que se lo condicionen las notas de corte. Una nota de expediente de 13 puntos no te predestina a una carrera sino que debería ser un salvoconducto para estudiar lo que uno quiera.
No decidamos nosotros. Que no decida su nota. ¡Dejemos que ellas y ellos programen su futuro!