Una pasión que supera a San Valentín

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Marián Rodríguez heredó de su madre el contagioso gusto por la floristería que trasciende el trillado 14 de febrero

17 feb 2020 . Actualizado a las 13:50 h.

«¿Nos hacemos ricas? ¿Tenemos un sueldazo? ¿Podemos tenerlo? No. Pero somos felices, nos llevamos genial y venimos contentas a trabajar, desde Vigo o desde Baiona, nos da igual», dicen casi al unísono Marián Rodríguez Gallego, María Carrera y Loli Rodríguez. Ese Shangri-La del que hablan no es ficticio, es la floristería Galo, que abrió la madre de la primera, María Gallego, en Ourense en 1973 y trasladó con su hija Marián a Vigo en 1982, «era una tienda preciosísima cuyo espíritu tratamos de copiar», cuenta.

Madre de ocho hijos, Marián no empezó en la floristería hasta los 40, cuando el menor -que luego siguió sus pasos como arquitecto paisajista- cumplió 8 y lo podía dejar a comer en el cole. De la fundadora, a punto de cumplir 90 años, con un gusto y un olfato innatos para el sector, lo heredó casi todo y lo que no, lo aprendió a su lado y con expertos a los que acudió para ampliar su formación. Desde entonces lo comparte con todo el que quiera abrirse a un universo de belleza efímera cuyos frutos producen satisfacción y bienestar ya no solo a quien los disfruta como cliente, sino a quien trabaja en este (nunca mejor dicho), ramo.

Para muestra, la responsable y las dos empleadas de Galo, un ejemplo de sincronización que hasta cuando cierran en el único mes que pueden (noviembre, tras difuntos), se van juntas con sus respectivas familias de vacaciones. El resto del año no paran. «Es durísimo, pero lo pasamos de cine», confiesa Marián en plena vorágine de San Valentín, única época del año en la que sobra la promoción de su gremio porque la demanda es enorme. Ellas, a pesar del trajín, están encantadas y como dice la jefa, «salimos con la Kärcher a fregar y con el mandil al banco y nos da igual, porque lo damos todo haga frío o calor. Las mujeres a partir de los 45 son fantásticas porque saben lo que quieren y saben valorar las cosas», sentencia.

Sobre la floristería explica que es una profesión tan bonita como dura: «Curramos como obreros de la construcción porque las tareas van desde regar o componer un ramo a montar estructuras para bodas y eventos. Es supersensible, pero mira qué manos», dice mostrando las suyas, llenas de rascazos. En su opinión, para ser buena en lo suyo hay que «ser creativa, tener gusto, ser delicada, estar en la vanguardia y tener tu estilo personal. A nosotras nos gusta tratar a las flores como lo que son, no manipularlas. Las más bonitas son las de temporada», afirma. Y entre las tendencias, constata el auge de la flor seca y el eucalipto. Pero su empeño personal son los claveles de cualquier color menos blanco o rojo, para ampliar la lista de novatos que si en vino no salen de Rioja o Ribera por ignorancia, en flores demandan margarita o rosa por lo mismo. «Yo en San Valentín me callo, es batalla perdida», reconoce.

En Galo trabajan mucho para bodas (con espacios como el Pazo de Cea de forma regular, con los de Touza y Cobres de modo opcional y para particulares que lo soliciten) y desde enero ya están gestionando cerca de un centenar. Marián afirma que además, Vigo está de moda como escenario de enlaces. «Viene a casarse mucha gente que no es de aquí. Viven fuera y tienen algún vínculo con Galicia, pero no con Vigo, El año pasado tuvimos de Miami, de China, Venezuela, Boston, Londres...», recuenta.. «Lo que pasa es que ahora también eligen celebrar la ceremonia donde veranean», constata.

Si en media Europa es normal ver ciudadanos que llevan el pan en una mano y un ramo de flores en la otra, en España sigue siendo una rareza. Su objetivo desde hace años es que eso sea lo habitual: «Y que la gente tenga en casa dos flores, no un jarrón enorme, porque eso, o las plantas, poner un poco de verde, es lo único que puedes cambiar, además de que da calidez a cualquier hogar», justifica. En este momento las rosas rojas, procedentes todas ellas de Ecuador, inundan la tienda que se surte con proveedores de A Guarda y Pontevedra y estos, a su vez, de Holanda, de donde llega el 90 % del producto. «Es una pena que el público solo venga masivamente ahora, cuando el precio se dobla por la demanda, porque el resto del año, desde un euro tienes una flor, y desde 6, un ramo precioso. No hay un objeto más bonito», afirma la representante de un gremio que alegra la vida.

Desde 1973Dónde está

Rosalía de Castro, 51. Empezó en Ourense y se trasladó a Vigo en 1982.