El Mercado de Cabral agoniza con solo tres puestos y una cantina

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Los minoristas piden al Concello apoyo para relanzar un centro que tuvo 22 inquilinos

30 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El centenario modelo comercial representado por las plazas de abastos sigue sumando fracasos en Vigo. El último que se añade a la lista es el Mercado de Cabral, que lleva años perdiendo fuelle sin aparente remedio. Actualmente solo quedan tres puestos abiertos: la floristería, la pescadería y un colmado. A ellos se suma la cantina, aunque tiene un horario de funcionamiento distinto.

Marta Fernández, la florista, es la más joven de los que quedan. Llegó hace 10 años, cuando el mercado, que se abrió hace 23 años con 22 puestos, aún estaba a pleno rendimiento. El pescadero, Ángel Iglesias, y la tendera, Remedios Iglesias, que coinciden en apellidos aunque el único parentesco que les une es el espacio laboral, estaban allí cuando se inauguró. Fueron de los comerciantes que creyeron en el negocio y se unieron a él en la primera remesa. Desde entonces han ido viendo como se van bajando las verjas blancas una a una, poco a poco. Van diecinueve y las siguientes serán las suyas. Remedios se jubila en un año y al pescadero le quedan dos para abrazar el retiro, aunque quizás su nuera se quede, si el mercado sigue.

La florista no acaba de entender el fracaso. «Aquí necesitábamos un impulso desde el Concello de Vigo, que hicieran algo para darnos un poquito de apoyo. Formamos parte de una red municipal y en los demás se hicieron cosas, pero a nosotros nos tienen abandonados», lamenta. «Es triste entrar y encontrarte con tres puestos. Cuando menos hay, menos gente viene», justifica.

Ángel Iglesias añade que «nadie nos comunicó que estas instalaciones se van a cerrar, lo que pasa es que la gente mayor se jubila y no hay relevo. Los puestos no son caros, al contrario, pero la juventud prefiere irse a una empresa y no complicarse la vida con la Xunta, con Sanidad ni Hacienda ni historias», argumenta añadiendo que la situación se traslada a los proveedores: «Antes, cuando ibas a la ribera a por el pescado no había ni donde aparcar. Ahora sobre párking, a cualquier hora», asegura.

Antonio, que atiende la cantina, apunta que «a xente nova pode poñerlle imaxinación pensando qué poden montar aquí, pero a verdade e que estamos no fin do mundo e ademáis os novos non están pola labor de meterse a este lío», reflexiona el extrabajador de Álvarez que relevó a su hijo Damián tras la barra. Remedios, la tendera que despacha pan, congelados, frutos secos y hojas de bacalao de las Feroe, apunta una idea: «Nos venía bien que pusieran un súper», dice sin miedo a la competencia.

«La gente prefiere ir a grandes superficies con todo a mano y no podemos competir»

El Mercado de Cabral forma parte de Mercacevi, la Federación de Mercados Centrales de la Comarca de Vigo. En la actualidad está integrada por seis mercados municipales y su origen se encuentra tras la formación de diferentes asociaciones de comerciantes. Los de Bouzas, O Progreso, Teis, O Calvario, As Travesas forman parte de esta red en la que no está incluido el de O Berbés, que tampoco atraviesa una buena situación tras la reconversión de parte de su espacio modernizado como gastromercado.

«El pequeño comercio se muere», sentencia Marta, la florista de Cabral. «La gente prefiere ir a grandes superficies donde lo tienen todo a mano, y nosotros contra eso no podemos competir», reconoce. «Y aunque no vendas, sigues teniendo que pagar tus gastos», apostilla su compañera de pasillo, Remedios, que recuerda tiempos mejores: «Empezamos bien, es una pena». Ahora sobreviven como pueden, con clientela fija y fiel, pero escasa. «Caras nuevas ya es raro ver», afirman. Entre las ideas que se les ocurren para dinamizar el espacio, que cuenta con aparcamiento propio, proponen unas escaleras mecánicas para la gente mayor.

El Mercado de Cabral comparte edificio con unas instalaciones hoy vacías, sin uso. Se trata de un encargo del Concello de Vigo, un edificio de usos mixtos en el que el principal era el mercado al que se incorporaba un anexo que, en principio debería servir como dotación cultural y servicios municipales convirtiéndose con el paso del tiempo, en su mayor parte, en centro de formación de Formega, que se quedó sin recursos en el 2016.