Celia Freijeiro: «Las mujeres ya no somos objeto, sino sujetos de deseo»

VIGO CIUDAD

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La actriz viguesa acaba de ganar en Cannes un premio por su interpretación en la serie «Vida perfecta», que se estrena la próxima semana

13 oct 2019 . Actualizado a las 18:33 h.

Celia Freijeiro (Vigo, 1983) acaba de ser premiada en Cannes, como sus compañeras, Leticia Dolera y Aixa Villagrán, por su interpretación en la serie Vida perfecta, que se estrena la semana que viene. La viguesa, a la que hemos visto en películas como Todo es silencio y en televisión en ficciones como Seis hermanas o Servir y Proteger, asegura estar viviendo un sueño. «Desde que recibí el guion ha sido una maravilla, un flechazo. Sentí que por fin un texto hablaba de mí y sobre todo sentí la necesidad de compartir con mis amigas y mi familia todos los temas que plantea sobre la mujer», confiesa.

-«Vida perfecta» nos quita la venda de los ojos. La idea que construimos de la felicidad qué rápido se viene abajo, ¿no?

-Sí, las mujeres estamos en un momento de cambio. Nos han construido un estereotipo de lo que somos, cómo nos debemos comportar, qué tenemos que hacer para estar a gusto, para ser feliz. Ese camino no lo hemos construido nosotras y ahora tenemos que salir de ahí.

-Cristina, tu personaje, es una «superwoman»: abogada, con dinero, dos hijas, un marido con el que aún mantiene relaciones sexuales [risas]. Según este modelo, debería ser feliz...

-Pero de repente un día se levanta y dice: 'No estoy bien'. Porque nos hemos formado en la construcción de la idea de ser feliz, en lugar de bajar al cuerpo, a las emociones, a escucharnos más.

-¿Es muy perfecta tu vida?

-¿Quién tiene una vida perfecta? Yo a lo que tiendo, desde luego, es a estar a gusto, estar reconectada conmigo misma y con mi deseo. Siempre estoy buscando ese equilibrio. En general, las mujeres no estamos ahí.

-¿Por eso hay en la serie tantas referencias explícitas a nuestra sexualidad?

-Sí, de las tres mujeres a mí me interesa que dejan de ser objetos de deseo a ser sujetos. Les ocurren cosas y están ellas en el centro de las cosas. La sexualidad era hasta ahora un tabú y mi personaje, por ejemplo, es a través del sexo cómo consigue conectar con ella misma. Todo es a través de su deseo, es ahí donde ella se da cuenta de dónde está, qué necesita y si está bien o no está bien. Eso me parece muy bonito mostrarlo.

-Como si las mujeres no tuvieran que desfogar.

-Eso aquí lo ponemos encima de la mesa, hablamos de todas las cosas, pero no es una serie que juzgue o aleccione. Yo creo que nos refleja. Nuestros miedos, las dudas, por eso me apetece tanto que la vean mis amigas y mi familia para discutir.

-¿Discutir de qué, por ejemplo?

-De la pareja y la familia tradicional, que en realidad tiene muchos agujeros. Mi personaje, por ejemplo, es alguien que cuando era joven tenía muchos ideales, pero luego se convierte en una abogada con pasta que vive en una urbanización y busca su tercer hijo. Si tú no pones consciencia en tus decisiones, al final terminas repitiendo unos patrones que no son lo que tú quieres.

-¿Tú has sentido esa presión social? Una chica guapa...

-Sí, claro. Esta sociedad, este patriarcado, nos sitúa a las mujeres en un lugar muy concreto. Yo lo he notado desde pequeña, nos dicen cómo actuar, cómo vestirnos, qué es ser mujer y tú poco a poco vas descubriendo quién eres tú. Y si tienes valor para averiguarlo.

-¿Te mueves por deseos?

-Sí, yo sí. Procuro estar conectada con lo que me pasa, hace falta un trabajo emocional fuerte, que habitualmente no suelen enseñarnos. Pero yo lo intento.

-¿Dices fácilmente «te quiero»?

-Bueno, a mí me ha costado mucho

expresar las emociones, poder estar a gusto con la vulnerabilidad, con la pérdida, con el rechazo y con soltar. Son grandes lecciones que tenemos que aprender todos.

-Entonces, para ser feliz lo mejor es...

-Yo creo que abandonar la idea de que hay una vida perfecta. Dejar de movernos por esos absolutos tan occidentales: perfecto, no perfecto, bien, mal; a mí me gusta más lo oriental. En lo bueno hay malo y en lo malo hay bueno. No hay grises, es un arcoíris.