«Necesitamos estar con nuestras familias»

J. R. VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

96 horas de trabajo semanal o siete guardias de 24 horas en 15 días son consecuencias del decreto «esclavista» anulado al Concello de Vigo y que impide a los bomberos atender a sus hijos y mayores

07 oct 2019 . Actualizado a las 13:21 h.

Los 112 funcionarios del cuerpo de bomberos del Concello de Vigo llevan siete meses trabajando bajo el yugo de un decreto «esclavista». Lo dice una reciente sentencia del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 1 de Vigo que, está por ver, si recurre el Ayuntamiento. 112 familias que, de una manera u otra, se ven condicionadas desde hace 28 semanas por un régimen que les obliga trabajar en días libres. Aquí los testimonios en carne viva de cinco profesionales que suponen, tan solo, una pequeña muestra del alcance real del abuso laboral.

Manuel López

26 años de bombero. «El decreto impide cualquier fórmula posible de conciliación familiar. Soy padre de dos niñas sin abuelos, dos fallecieron y los otros viven en el extranjero. Recurrimos a amigos, cuidadoras profesionales. No es una cuestión de dinero, sí de confianza, no dejamos paquetes. A eso acumula el cansancio, yo hice hasta siete guardias de 24 horas en 15 días. Eso impide que atendamos a nuestras familias con la energía que se merecen. No sabes si duermes en el parque o en casa a la noche siguiente». Manuel califica de «penosa» la situación antes de recordar que incumple el estatuto del trabajador. «Con la imagen que se quiere dar de Vigo parece que todo brilla, que todo está bien, centros comerciales nuevos o luces de Navidad. Parece que se buscan unos parámetros de Walt Disney, plantear una realidad de ficción que no atiende a las necesidades de los bomberos, a la Policía Local, cuestiones que son esenciales para la sociedad están pasando a un segundo plano en vez de potenciarlos para ayudar a la sociedad».

Antonio Fontenla

16 años. «É imposible conciliar, no meu caso somos a muller, eu e dous nenos en idade escolar. A muller traballa e, de repente, atópaste nunha situación de obriga que te ata o traballo durante 24 horas. Ela vaise ás 6 ou 7 da mañá e non tes quen levante da cama a eses rapaces de 2 e 5 anos. Nin contratando a unha coidadora dan as horas, se ven unha para levantalos, ten que vir outra ás tres da tarde. É unha situación caótica que provoca estrés, sobre todo nas horas libres tendo que pensar como farei o día seguinte para atendelos». Fontenla recuerda que la «situación provocada polo decreto é unha consecuencia do deixamento do Concello durante anos, que non tivo a previsión de rexuvenecer o persoal, e a solución que aportan é que traballen obrigados os demais, eles non, os demais».

José ramón collazo

29 años. Lleva meses instalado en una situación más muy difícil. «Mi madre sufre alzhéimer y vive sola. Es muy testaruda, no quiere a nadie, quiere estar así, no acepta ir a una residencia. Y claro, mi hermana vive en México y me hago cargo de la situación. El problema es que si trabajo, ella está sola, pero antes del decreto era diferente. Teníamos más descansos, los que marca la ley. No pedimos más, ahora hay semanas que trabajo 96 horas y casi ni la veo. Lo bueno es que no sale de casa». Pero lo problemas de José Ramón van a más. «Mi suegra también sufre alzhéimer y demencia. En eso también ayudaba a mi mujer y a su hermano, pero ahora ni eso puedo hacer. Solo trabajar por un decreto completamente abusivo, cualquiera diría que lo firman políticos que dicen ser de izquierdas». La situación también genera ansiedad a la esposa de Collazo: «Mi suegra es más conflictiva, sale a la calle, de noche, ya son tres veces que la trae la Policía Local a casa. Esa situación también provoca que yo no descanse y llegue a trabajar cansado, sin tener la cabeza centrada. Vengo saturado, cansado y enfadado... me están obligando a venir desatendiendo a la familia».

Jesús López

30 años. «El decreto que firmaron estos políticos me desmontó la vida. Me encargaba de cuidar a mi padre, de 84 años. Establecí un sistema para atenderlo, pero el decreto me truncó todo, tuve que solicitar una plaza en una residencia de mayores que me concedieron hace unos días. Lo que pasé en estos meses, desde que se firmó el decreto, no se lo deseo ni a los políticos que nos metieron en este pozo. Falta gente y no pudieron ofrecerme nada mejor, la situación de agobio llegó a ser insostenible, demasiados nervios y desgaste mental, y así tampoco se puede trabajar. Está claro que la sentencia judicial ayuda, pero no es un rayo de luz, ni mucho menos. El rayo de luz llegará cuando metan a compañeros nuevos para corregir las carencias que ellos mismos provocaron. Pero ni con eso servirá tampoco. Cuando lleguen esos compañeros no tardarán en jubilarse otros muchos.

José Manuel Suárez

18 años. Los contratiempos para conciliar se suceden: «Tengo dos hijos, uno recién nacido y el otro de cinco años. Mi mujer trabajaba y decidió dejarlo para atender los niños al empezar esta pesadilla del decreto. Decidimos hacerlo así por el exceso de horas que me atan al trabajo. Entendemos que los abuelos están para ayudar, no para criar a sus nietos, que es la situación a la que nos vemos obligados por el decreto. Desconozco el prisma de los que mandan en el Concello, pero sí son realmente personas entenderán que ciertos casos particulares no pueden estar sujetos a la esclavitud de este decreto. En sus manos está corregir esta locura».