La declaración de emergencia climática trae deberes

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

El carril bici y los espacios peatonales son un buen punto de partida, pero hay que consumir energías renovables

09 sep 2019 . Actualizado a las 09:44 h.

Salvo error, Vigo es el primer concello de Galicia en aprobar -y por unanimidad, que pocas veces sucede algo así- la declaración de emergencia climática. Podemos estar legítimamente felices de abrir un camino que, en breve, seguirán otros muchos concellos. La pregunta pertinente sería ¿Y ahora qué?

No partimos de cero, algunos avances en la dirección correcta ya son realidad, como el carril bici que atraviesa la ciudad y que considera la bicicleta como un medio de transporte, no solo como algo recreativo. Poco a poco vamos ganando espacios peatonales y deberíamos también escuchar las diferentes alternativas posibles, como en el caso de Porta do Sol. Crear espacios de participación pública es otro de los compromisos adquiridos en esta moción, y no es un reto pequeño horizontalizar la democracia. Y así, entre todos y todas, colectivamente, podremos diseñar la ciudad que queremos y quizás algún día descubramos que no existe ninguna forma de desplazarnos más ecológica, y saludable, que caminar.

La segunda reconquista de Vigo tiene que ser recuperar la ciudad para la gente, y expulsar a los coches será mucho más complicado de lo que nos resultó librarnos de las tropas francesas. Pero la movilidad urbana es solo el principio. Vigo tiene que reducir sus emisiones netas de carbono y con ellas su contribución al cambio climático, apostando activamente por consumir energías 100% renovables. La buena noticia es que ya es posible hacerlo, empezando mañana mismo. Cooperativas energéticas, como Nosa Enerxía, comercializan electricidad garantizando su origen renovable. Para dar ejemplo todos los edificios municipales, empezando por el del propio Concello, tendrían que adherirse a esta iniciativa, como ya hacen muchas familias viguesas y cada vez más concellos gallegos. Y, por supuesto, trabajar por la eficiencia energética porque no hay energía más limpia que la no se consume.

Otro reto imprescindible tiene que ser abordar seriamente la prioridad en nuestros residuos urbanos: reducirlos drásticamente, empezando por sacar de la basura la materia orgánica para reintegrarla, previo compostaje local, a los suelos. Alimentar la tierra que nos alimenta y que nos proporciona el aire que respiramos. Y reducir los alimentos kilométricos apostando por un comercio local, ecológico, de proximidad y de temporada. Existen muchas posibilidades que se pueden regular directamente por las ordenanzas, pero no todas. Para estas que exceden las competencias normativas del Concello contamos con una herramienta tan poderosa como infrautilizada en Vigo: la educación ambiental.

Pero no todo va a ser un camino de rosas. El reto, consecuencia de tanto tiempo perdido, será difícil y pronto nos encontraremos con algunas incoherencias difíciles de encajar con la declaración de emergencia climática. El enorme gasto energético de tantos remontes mecánicos proyectados en la ciudad se traduce en una huella de carbono desproporcionada a sus beneficios.

Tampoco encaja bien esta declaración con seguir exigiendo trasvases urgentes y simultáneamente continuar inaugurando fuentes ornamentales por doquier, como si la sequía solo existiera para lo que nos interesa, pero no para el uso responsable del agua siempre, no cuando las reservas están al mínimo en buena medida por el despilfarro.

Tendremos que justificar, y mucho, las talas del arbolado urbano -en el caso de Vigo ya sería un avance justificarlas aunque fuera un poquito- y sin ir más lejos no va a encajar muy bien con la declaración de emergencia climática la tala del arbolado en el entorno de la muralla de O Castro y la instalación de su iluminación ornamental.

Y lógicamente esta declaración de emergencia climática tendrá que traducirse en cláusulas concretas en los pliegos de condiciones para la nueva adjudicación de las concesiones del transporte público y la gestión del agua -que vuelvan a ser municipales creo que lo podemos ir olvidando-. Y ya ni les cuento la incoherencia de dicha declaración con los millones de luces navideñas. Pero esto ya lo iremos viendo, incluso desde el espacio.