10.000 euros por 20.000 leguas

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Curiosidades de una novela que este mes cumple 150 años y que dio a su escritor, Jules Verne, más fama que dinero

09 sep 2019 . Actualizado a las 09:45 h.

Se cumplen 150 años de la publicación del capítulo «La bahía de Vigo» de la novela 20.000 leguas de viaje submarino, lanzada en fascículos en 1869 en el Magasin d’Éducation et de Récréation, la revista del editor francés Pierre-Jules Hetzel, quien lanzó a la fama a Jules Verne desde que, en 1863, publicara Cinco semanas en globo. La novela, una de las más emblemáticas del escritor de Nantes, está marcada por la relación entre editor y autor, cargada de anécdotas que resumen el universo verniano.

La primera es que fue un éxito rotundo, pero no hizo rico a su autor. Se estima que Verne apenas cobró por la novela unos 3.000 francos, equivalentes a 10.000 euros de hoy. Era lo que Hetzel le pagaba cada cuatro meses, a razón de 750 francos mensuales por entregar tres nuevos libros cada año. Como la obra consta de 47 capítulos, podríamos decir que por «La bahía de Vigo» Verne cobró poco más de 200 euros.

Conociendo su repercusión posterior, no parece gran cosa. Pero el éxito de 20.000 leguas llevaría a Hetzel a subirle el sueldo a su autor: desde 1870 pasa a cobrar 1.000 francos mensuales por dos novelas anuales.

Puede sorprender, pero quien de verdad ganaba dinero era Hetzel, que también editaba a Victor Hugo y a Emile Zola. A todos los sometía a contratos leoninos, que incluían quedarse con los derechos de la traducción de sus obras en todos los idiomas del mundo. Así se explica que, cuando Verne decidió comprarse un barco, tuvo que buscar otras vías de financiación. El Saint Michel III, con el que llegó a Vigo en sus dos visitas de 1878 y 1884, no fue adquirido por sus novelas, sino por los réditos de la representación teatral de La vuelta al mundo en 80 días, que fue un éxito en el Théatre du Châtelet. No es extraño en una producción donde aparecían once elefantes y una locomotora que era asaltada por los indios americanos. «En un mes de representaciones, con teatros llenos de bote en bote, Jules Verne obtenía prácticamente la misma cantidad que le pagaba Hetzel por un volumen», resume el investigador Jesús Navarro en su obra de referencia, Sueños de Ciencia.

La segunda curiosidad de 20.000 leguas nos habla del papel de Hetzel en la obra de Verne. Porque su editor se mete en sus novelas hasta el punto de cambiarle personajes o párrafos enteros, que a veces son capítulos. Y Verne lo acepta, no sin discusión: se conservan sus cartas en la vasta correspondencia entre autor y editor, compilada por los expertos Volker Dehs, Olivier Dumas y Piero Gondolo della Riva.

En una de las cartas, Hetzel reprende a Verne que envíe sus originales directamente a la imprenta, sin que los revise él antes. Y 20.000 leguas habría sido una novela muy diferente de no existir esta relación.

De hecho, Verne quería que el capitán Nemo fuese un noble polaco, cuya familia fue asesinada por los rusos. Pero Hetzel tiene en Rusia uno de sus mayores mercados (probablemente, es el país del mundo donde más se ha leído a Verne). Así que le convence para que Nemo sea un príncipe indio.

Posteriormente, en La isla misteriosa, donde se desvela la identidad de Nemo, Hetzel le cambia el final a Verne. Así termina la novela con la muerte de Nemo: «Una última llama brilló en estas pupilas que tantas llamas habían lanzado en tiempos pasados. Y murmurando estas palabras: «Dios y patria», expiró dulcemente».

Pues bien: esto no era en absoluto lo que había escrito Verne. En el manuscrito original, que hemos podido ver en los archivos de la Mediatheque de Nantes, el capitán Nemo exclama: «¡Independencia!». Pero aquello le sonó muy revolucionario a Hetzel, que lo cambió por su cuenta por el inverosímil «Dios y patria». Una falta de respeto hacia un héroe libertador, que no solo financiaba la independencia de Creta con el dinero de los galeones de Vigo, sino que en la biblioteca del Nautilus tenía los retratos de Kosciusko, Botzaris, O’Connel y Marin, héroes por la independencia de Polo nia, Grecia, Irlanda e Italia, respectivamente.

Por eso no extraña que, en una carta fechada en 1867, el novelista se despida de su editor con estas palabras: «Su Verne, el que usted ha inventado».

Pero, con sus tensiones, la estrecha relación del binomio Verne-Hetzel alumbró una de las obras más populares de la historia de la literatura. La que, hace ahora 150 años, en septiembre de 1869, dio a la imprenta un capítulo de fama universal titulado «La bahía de Vigo».