Más allá de la leyenda

Montserrat Rodríguez Paz HISTORIADORA Y PROFESORA DE SECUNDARIA

VIGO CIUDAD

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Los orígenes del Cristo de la Victoria se sitúan entre finales del siglo XVI y 1730

05 ago 2019 . Actualizado a las 11:34 h.

Un año más, como casi todos los primeros domingos de agosto desde 1883, saldrá en procesión el Cristo de Vigo. Sus orígenes se ocultan bajo un manto de leyendas que hacen difícil conocer la verdadera historia de la imagen que congrega a miles de fieles.

Pocas certezas hay sobre la datación y origen del Cristo de la Victoria, aunque podríamos acotarlo entre finales del s. XVI (según descripción recogida por el historiador José de Santiago) y 1730, fecha en la que un libro de cuentas del Concello de Vigo manifiesta que «Doña Bernarda Vello de los Ríos paga cada un año un real de vellón por Dotación de una tarima que tiene en la Yglesia Colegiata de esta Villa de Vigo, en que tiene su retablo el Santissimo Christo de la buena Victoria». El dato está refrendado por un acta municipal de 1740.

La factura de esta imagen parece ser de finales del XVII o principios del XVIII y ha sido atribuida a Gregorio Fernández o a su discípulo vasco Sebastián Ucete, mas desconocemos la veracidad del dato. Sí sabemos, gracias al proceso de limpieza realizado a finales del siglo pasado en Madrid, que es una talla en madera policromada de álamo, con tres piezas; probablemente un Cristo de descendimiento en el que no había rastros de sal. Es este un dato clave pues eliminaría la teoría de que fuese una de las tallas que, durante el reinado de Enrique VIII, fueron arrojadas al Atlántico para salvarlas de la quema en las persecuciones religiosas inglesas.

No menos incierto es el porqué de Cristo de la Victoria. Sigue siendo creencia popular que el título se debe a los hechos históricos del 28 de marzo de 1809 contra los franceses pero, una vez más, las actas del Archivo Municipal se han encargado de negarlo. Desde el s. XVIII están documentados nombres como El Cristo de la Buena Victoria, El Christo de la Victoria o el Buen Jesús de la Victoria. Esta última acepción es de gran interés pues, en un libro de Cofradías de Santa María de 1605, se menciona el culto al Buen Jesús. El problema radica en averiguar cuál de todos los acontecimientos sufridos por la villa, desde finales del XVII o comienzos del XVIII, fue considerado una victoria por los vigueses, con el apoyo de su Cristo. Podría estar su origen en los triunfos borbónicos durante las Guerras de Sucesión de Carlos II, tal como defendía Lalo Vázquez Gil; parece menos probable que fuese con motivo del último ataque inglés a la ría en 1719, mas nada está escrito al respecto.

Otro tema clave en su historia es el origen de su procesión. Desde el XVIII el Cristo era sacado en procesión cuando las hambrunas, con incesantes lluvias que ponían en peligro las cosechas e incluso por el fallido atentado a los reyes Carlos IV y María Luisa de Parma en 1790. Pero la procesión, tal como hoy se conoce, fue acordada institucionalmente en 1810, como parte de las celebraciones de la Reconquista. Lo que ha ido variando es su recorrido y la fecha de celebración, para evitar las lluvias primaverales o su coincidencia con la Semana Santa.

Imagínense, por un momento, el Vigo de hace doscientos años. Habrían acompañado al Cristo de la Victoria un 12 de abril, por ser domingo de Pasión el 28 de marzo, y transitarían, en procesión, desde el convento de San Francisco al Convento de los Remedios en el Areal, para finalizar en la desaparecida capilla de la Misericordia, por entonces la parroquial. Y borren de sus mentes la actual fachada neoclásica de la Concatedral, obra de Melchor de Prado, que no podrían contemplar pues apenas se habían iniciado las obras del nuevo edificio.