Pero no solo tuvieron que pagar dinero los vigueses a consecuencia de estas obras. No fueron pocos los habitantes de aquella pequeña villa marinera que se vieron afectados por el derribo de las viviendas situadas en el trazado de las murallas y sus distintos elementos defensivos. Si los propietarios fueron mal recompensados, peor lo tuvieron los pobres que vivían en casas alquiladas. Los afectados tan solo fueron avisados dos días antes del inicio de las obras. De una manera muy deficiente se les recompensó con una pequeña aportación económica realizada por la provincia de Tui, a la que pertenecía Vigo.
Asimismo, el historiador y arquitecto Jaime Garrido explica en su último libro que en 1666 todavía no se había terminado el castillo de San Sebastián. Para sus conclusión se realizaron nuevas recaudaciones entre la población de Vigo, pero también en las villas de Bouzas y Redondela bajo el pretexto de que se estaba realizando la fortificación de la ría y saldrían beneficiados.
Garrido, desde su visión de arquitecto y conocedor de otros sistemas defensivos de ciudades españolas y portuguesas, concluye que el proyecto realizado en Vigo fue muy deficiente, ya que dejó fuera zonas importantes de población como O Berbés y A Falperra.
El libro, publicado por el Instituto de Estudios Vigueses, será presentado el martes en el salón de actos del Marco, en un acto que servirá de homenaje a su autor.