Hipólito Cabezas: «Buscamos apoyos para no desaparecer»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Xoán Carlos Gil

La Banda de Gaitas da Provincia de Pontevedra se convierte en fundación e inicia una campaña para lograr un soporte social que le permita seguir manteniendo la agrupación musical y la escuela

21 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hipólito Cabezas (Vigo, 1971) lleva la música tradicional en las venas. Es hijo de Wenceslao Cabezas, más conocido como Polo, el señor de la pandereta que ha dado clase de baile gallego a miles de niños en colegios de Vigo y en la Escola Municipal de Música e Danza, que dirigió durante tres décadas. Buena parte de su descendencia sigue sus pasos. Los más célebres actualmente son sus nietos Álvaro y Jesús, creadores del espectáculo Mitic. Pero su tío, Hipólito, lleva muchos más años insuflándole aire al fol. Aprendió gaita junto a su padrino, Juan González, en la banda Airiños de Castrelos en la que también estaba su padre, y comenzó a impartir clases en el centro recreativo, artístico y cultural de Coruxo con 14 años. Fue alumno de Antón Corral en la Universidad Popular, que le enseñó a construir instrumentos, y formó parte de la banda Xarabal. El músico estudió en el Conservatorio vigués cuando aún no existía la titulación superior e impartió clases durante más de una década en varios concellos. Antes de ocuparse de la Escola de Gaitas provincial, dirigía cinco bandas, en Fornelos, Mos, Bembrive, Cotobade y Tomiño. En el 2001 puso en marcha la Banda de Gaitas Provincia de Pontevedra, que acaba de renacer como fundación.

Según explica, el proyecto que tiene por objetivo evitar que muera. «Antes éramos una asociación y buscamos un marco legal y opciones para seguir funcionando», dice. La entidad echa a andar con ocho patronos. «Hemos contactado con gente que se quería comprometer, que nos conocen, aprecian nuestro trabajo y les daba pena que desapareciera», añade explicando que «como en la mayoría de las escuelas, autofinanciarse es imposible solo con aportaciones de alumnos porque por desgracia en estas actividades la gente está acostumbrada a pagar cantidades muy bajas, aunque luego sí abonen 50 o 60 euros al mes por clases de inglés o pintura», argumenta. «Nadie paga eso por ir a aprender música tradicional», lamenta.

Cabezas cuenta que por esa razón casi todas están integradas en centros culturales y vecinales y tiene el respaldo de una masa social amplia. La banda que dirige había nacido con apoyo total de la Diputación de Pontevedra, pero hace cuatro años les retiraron el toda la ayuda, por lo que quedó al borde de la desaparición. La banda ha sobrevivido aunque de contar con cinco centros y 800 alumnos en toda la provincia, ha pasado a tener 300 alumnos y dos sedes, una en Vigo y otra en Pontevedra.

Actualmente cuenta con una pequeña aportación de la Xunta de Galicia y la creación de la fundación obedece a la necesidad de buscar fórmulas que les permitan seguir ofreciendo formación a alumnos que pagan 15 euros al mes. «Estamos buscando captar personas y entidades que quieran apoyar el proyecto, la escuela y la banda, para que siga adelante. Los socios colaboradores pueden aportar anual o trimestralmente la cantidad que quieran. Eso les proporciona a ellos unos beneficios fiscales y a nosotros nos evita estar expuestos a los vaivenes políticos de las administraciones públicas», informa.

«Con este nuevo proyecto esperamos que la Diputación vuelva a colaborar porque el nuestro es un proyecto cultural independiente. Nuestra misión es la difusión de la música popular», argumenta. La campaña arrancó el pasado 16 de junio con un concierto en el Teatro Afundación en el que tuvieron hasta un estreno. El compositor vigués Carlos Justo le puso letra a la tradicional muiñeira de Chantada a la que dio voz un coro de 50 cantantes con doscientos músicos sobre el escenario.

Escuela

En Vigo, la escuela que dirige Cabezas se encuentra en instalaciones del Ifevi. Además de clases de gaita, ofrecen formación en zanfoña, canto tradicional, acordeón, buzuki, guitarra y percusión. La franja de edad del alumnado es muy variada. «Tenemos alumnos desde 5 a los 70 y pico años. La música es lo bueno que tiene. No tiene edad y es un idioma universal que todo el mundo entiende», afirma.