Papuchi, el depredador sexual de Vigo que llegó a su juicio preguntando de qué lo acusaban

j. r. / e. v. p. VIGO

VIGO CIUDAD

El hostelero Papuchi, a la derecha de la imagen, junto a su abogado, llegando en febrero a los juzgados de Vigo
El hostelero Papuchi, a la derecha de la imagen, junto a su abogado, llegando en febrero a los juzgados de Vigo M.MORALEJO

Usaba sus negocios y las redes sociales para captar a víctimas, 16 menores de edad, según la sentencia que lo condena a 36 años

03 may 2019 . Actualizado a las 12:51 h.

Carlos Viéitez se mostró siempre inocente. Ni las pruebas acumuladas contra él, que lo retrataban como un depredador sexual insaciable, hicieron tambalear la fachada de empresario honorable que él mismo sustentaba como mejor estrategia para defender su inocencia. Tal vez por eso, en la sentencia, el tribunal subraya que el discurso de Papuchi se asentaba en una carrera hacia adelante basada en la mentira. Incluso en el juicio, muy esperado por la dimensión del escándalo que levantó la investigación policial, sorprendió comprobar su actitud al asegurar que ni sabía los motivos por los que se sentó en el banquillo de los acusados.

Llegó a deslizar que, a su entender, aquellos jóvenes eran mayores de edad. La realidad, en forma de fotografías y testimonios coincidentes, situaban a Papuchi -llamado así durante la investigación porque era el apodo que le puso una víctima en su móvil- como autor de un reguero de abusos a menores siguiendo siempre el modus operandi propio de un depredador sexual que aprovechaba la liquidez que le generaba su negocio, o su acomodado patrimonio, para seducir a jóvenes. En lo que no cayó, tal vez cegado por su irracional apetito sexual, es que las nuevas tecnologías que usaba para captar víctimas acaban desmontando toda privacidad con la captura de un simple pantallazo.