El espíritu atlántico fluye dentro y fuera

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Xoán Carlos Gil

El Museo do Mar se ha consolidado, por el contenido y el continente, como espacio cultural y de ocio

01 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En un día soleado, la experiencia de acercarse a conocer qué ofrece el Museo do Mar de Galicia hace que resulte mucho más placentera, ya que parte de su atractivo está fuera. La ría de Vigo envuelve este contenedor cultural que abrió sus puertas al público el 27 de julio del 2002 con la exposición Rande 1702, arde o mar y el paseo ajardinado que le da acceso y en el que hay un mural de Isaac Díaz Pardo es ya, por sí mismo, una delicia. El paisaje costero que rodea el museo que diseñó el arquitecto Aldo Rossi con César Portela sobre el esqueleto del matadero de Alcabre _y que remató el pontevedrés tras la muerte del italiano- te hace dudar si quedarte fuera a disfrutar de la brisa en la cara, el sonido de las olas y el canto de los pájaros, o entrar. El centro que cumple 17 años este verano es uno de los favoritos del público que visita la ciudad, y de sus habitantes, ya que permite al espectador conocer buena parte de la esencia de la ciudad a través de su vinculación marina en múltiples aspectos, y también disfrutar simplemente de un paseo.

En el 2017 recibió a 56.193 personas y en el 2018 sumó 59.819 visitas. Las cifras vienen algo adulteradas por la presencia del Pergamino Vindel de octubre de esos años, pero el museo lleva más tiempo incrementado espectadores, siendo el segundo, por detrás del Marco.

Dos personas atienden al público en el mostrador y explican minuciosamente qué puedes ver y cuál es el recorrido que puedes hacer para aprovechar la visita, que de querer abarcarlo todo, va a ser larga. Las dimensiones del complejo, con dos edificios unidos por una pasarela, el acuario y el faro, hacen útil la fotocopia del folio en la que los trabajadores marcan el recorrido y principales puntos de interés. Pero en resumen, seguir las flechas amarillas pintadas en el suelo por todo el complejo hacen que no acabes perdido en alguna sala con apariencia de que por allí no es, como cuando llegas al final del segundo edificio y te topas con un montón de sillas de plástico apiladas al lado de lo que un día fue un restaurante de éxito. Hoy en día, este museo que depende de la Xunta de Galicia es el que más contenidos ofrece. Su exposición permanente está repartida en varias estancias. El esqueleto de un cachalote hallado en la playa de Montalvo, en Sanxenxo, en el 2003, flota sobre la que está dedicada a la investigación oceanográfica y a la exploración del mundo submarino y ofrece interesantes datos sobre su vinculación con Vigo cuando la hay, que es a menudo. Al lado está el gabinete de curiosidades científicas, con especies en tarros de formol.

También la enorme sala organizada en cubos y dedicada a la industria conservera, la ballenera, la pesca de la sardina y su relación con las antiguas fábricas de salazón, junto a auténticas embarcaciones tradicionales, aunque en el museo también hay muchas réplicas de naves de todas las épocas. Debajo está la sala de arqueología, que alberga las piezas de mayor valor y abarca y repasa la relación del ser humano con el mar desde la prehistoria hasta la actualidad en bloques temáticos ordenador de forma cronológica lo que supone un apasionante paseo por el conocimiento. Entre las piezas, el famoso ungüentario bizantino hallado en Vigo durante un control arqueológico o el esqueleto de un hombre encontrado en el enterramiento romano que se descubrió sobre el propio museo, donde también hay restos de un castro.

Con los fondos de la colección Raquel Chaves, la biblioteca se ha convertido en Ludomar, un pequeño museo de juguetes relacionados con el mar que evocan numerosos recuerdos de infancia a los adultos.

El museo tiene un amplio programa de actividades todo el año, desde didácticas a cine o conciertos, y además, exposiciones temporales de amplia temática (la próxima se inaugura el 10 de mayo) y una tienda con recuerdos de diseño vinculados a Vigo. Se echa de menos que no esté abierto el bar-restaurante, pendiente de adjudicación.