El descontrol toma As Avenidas

Manu Otero VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Tras las últimas catas, el paseo vallado ha quedado lleno de agujeros y tablones apilados, mientras las plantas crecen y los restos del botellón aparecen por doquier

23 abr 2019 . Actualizado a las 14:19 h.

Es la puerta de entrada de miles de turistas a la ciudad y el centro de las miradas de todo el mundo cada verano como escenario del festival de deportes urbanos más importante del país, pero ahora el paseo de As Avenidas se parece más a un campo de minas. Decenas de tablones se apilan sin sentido sobre las maderas del muelle, plagado de agujeros creados para testar la estabilidad de la estructura, que lleva meses acordonado y sin visos de una apertura próxima.

El cráter provocado tras el hundimiento del paseo, no es la única deficiencia de esta maltrecha instalación. Además de los tablones y los agujeros, en el tramo de paseo paralelo a la dársena del Club Náutico las hierbas comienzan a campar a sus anchas y los restos de los botellones del fin de semana se acumulan sin que nadie les ponga remedio. «Esto es horrible, da una imagen pésima y lo peor es que no sabemos hasta cuándo lo van a dejar así», lamenta un hostelero de la calle Montero Ríos.

Está confirmado que el socavón seguirá ahí para la próxima edición del Marisquiño, cuya organización prevé salvar la imagen del paseo cubriéndolo con lonas. También el Seafest, que se celebrará unas semanas antes, pretende instalar unas carpas que oculten la huella del suceso del pasado 12 de agosto que se saldó con más de cuatrocientas personas heridas.

La investigación sobre lo ocurrido y sobre qué administración debía haber tomado las medidas necesarias para evitar el hundimiento sigue en curso y mientras el Juzgado no dicte alguna resolución, ni Puerto ni Concello tomarán la iniciativa para rehabilitar As Avenidas y restaurar la imagen de una de las postales más fotografiadas de Vigo.

Aunque el socavón se produjo en uno de los extremos del paseo, la estructura de madera presenta diversos agujeros por toda su superficie. Fueron los técnicos contratados por el Puerto quienes hicieron estas catas a principios del mes de marzo con la intención de averiguar el estado en el que se encuentra la estructura para elaborar un informe.

La labor de los investigadores ya ha concluido, pero su huella sigue sobre el itinerario paralelo a la dársena del Club Náutico. «Podían recoger todas estas maderas, da sensación de abandono», sugiere Paco Iglesias, un jubilado acostumbrado a pasear cada mañana por esta zona. Esa falta de orden de la parte acordonada se hace todavía más notable durante el fin de semana. «Aquí sigue haciéndose botellón y la gente ve esto así y ya ni se preocupan de recoger, si te fijas está todo lleno de botellas de refrescos», critica este vecino de Vigo.

También representantes del sector turístico han alzado la voz para denunciar el mal estado del paseo de As Avenidas. «La zona es superturística, pero tenemos un entorno degradado. Esto no se arregla y el turismo no espera», alerta el presidente de los hosteleros de la provincia, César Ballesteros.

La mala imagen que ofrece uno de los paseos más concurridos de la ciudad es de lo que más preocupa a empresarios y vecinos. La temporada estival está a la vuelta de la esquina y cada vez con mayor frecuencia hace escala en el puerto vigués un crucero cargado con miles de turistas deseosos de conocer «unha cidade fermosa», reza el eslogan del Concello. Sin embargo, lo que se encuentran son los restos de un paseo devastado que la ciudad no merece.

Las losas sueltas de la ruta ocultan charcos de agua turbia que brotan cuando se pisan

 

 

Una parte del paseo de As Avenidas, la estructura de madera afectada por el derrumbe del Marisquiño, está cortada al paso de peatones. Pero por la superficie restante, la que se encuentra sobre tierra firme y no sobre pivotes de hormigón, los jubilados siguen caminando, los grupos de amigos reuniéndose a la sombra de los árboles, los turistas disparando sus flashes contra Julio Verne y los niños corriendo y jugando despreocupados. Sin embargo, bajo las losetas de este aparentemente estable itinerario aguarda una desagradable sorpresa. Desde hace años, los adoquines se fueron agrietando y desprendiendo fruto del paso de vehículos pesados. Cuando llueve, el agua se filtra entre estas grietas formando grandes charcos de agua y en el momento en el que alguien pisa sobre alguno de estos adoquines, el líquido sale a la superficie para mojar los calcetines del desprevenido transeúnte.

En la zona ajardinada también hay desperfectos, como el causado por el picudo rojo en las palmeras, cuyas hojas están desprendiéndose para siempre.