La banda acusada de traer maletas impregnadas de cocaína camuflaba el olor con manteca de serpiente

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«La momia no puede pesar más de mil», dice un implicado en una de las llamadas sospechosas, en las que también da la receta de un mejunges especiales para pasar la Aduana

25 mar 2019 . Actualizado a las 19:04 h.

La defensa ha pedido esta mañana en un juicio en la Audiencia en Vigo que se anule el proceso y las pruebas recabadas contra nueve supuestos miembros de una banda de las Rías Baixas que montó una red para traer correos humanos en vuelos de Sudamérica cargados con maletas impregnadas con cocaína. En una grabación, el jefe revela a un contacto en Paraguay una receta para cocinar un mejunge que disimula el olor de la cocaína y en el que emplean como ingrediente la manteca de serpiente, así como mostaza, tomillo y alcohol de 96 grados.

La defensa alega, en las cuestiones previas del juicio, que durante la instrucción hubo una vulneración de derechos fundamentales porque a la Audiencia no le corresponde la competencia judicial para examinar el asunto. También piden la nulidad del auto de las escuchas telefónicas porque no ven datos objetivos para iniciarlas y denuncian una interrupción en la cadena de custodia de la droga decomisada y el pesaje de las muestras aprehendidas. Por tanto, ven una causa de indefensión de sus clientes.

El juicio ha comenzado esta mañana con una hora y media de retraso por el retraso de un abogado, Franco Argibay, que tuvo que desplazarse desde Pontevedra a Vigo.

La vista se celebra en la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo.

Absolución

Las defensas piden la absolución de los nueve acusados. Según la Fiscalía, dos socios de Vigo y Vilanova de Arousa montaron una red que reclutaba muleras en Paraguay y Colombia en el 2017. Les pagaba el viaje a España y las pasajeras entraban por los aeropuertos de Barajas o Barcelona con maletas impregnadas con uno o más kilos de cocaína. Un contacto rumano les recogía en el aeropuerto. Tras un envio fallido en Barajas, enviaron maletas por paquetería postal que luego trasladaban en autocar a Madrid para venderla a traficantes a mediana escala.

Respecto a las llamadas telefónicas, los abogados se preguntan por qué la Policía deduce que los acusados conversan sobre droga al decir: «La momia no puede pesar más de mil». Añaden que las operaciones de las que hablan sobre logística y transporte rápido pueden referirse a una venta de marisco que transportan desde el Caribe a Galicia. Creen que estas interpretaciones de llamadas de cuatro días no justifican la autorización de escuchas telefónicas por tráfico de drogas.

«El hecho de que un implicado se apellide Oubiña ya les hace sospechar que están tramando algo pero esas conjeturas no sustentan la intervención telefónica», asegura una abogada. Aseguran que el oficio policial fue «vacío y sazonado» de términos como «Colombia» o «trama de narcotransporte». Consideran nulo el valor informativo de la prueba pericial.

La Fiscalía refutó la tesis de la defensa por haberse planteado fuera de tiempo y es innecesario identificar la voz de un implicado, como se quejaba un letrado, porque ya estaba controlado por la policía. 

El fiscal, sobre la cadena de custodia, replicó que por la forma de presentación es imposible que esté manipulada. Añade que ningún acusado se dedica al marisco.

La Audiencia, tras examinar las peticiones, rehusó casi todas, otras las estudiará en sentencia, pero sí admitió un caso de denuncia de violencia de género que presentó una acusada.

El supuesto cabecilla Alvaro M. G. dijo al tribunal que «han cambiado las cosas, nos pilló todo de sorpresa en el último momento, y necesito hablar con mi abogado [Franco Argibay]». Decidió no declarar ante el tribunal.

El otro líder, José Luis O.V., solo declaró a su abogado, que no le preguntó nada.

El obrero de la construcción rumano Alexandre T. dijo a su abogado que solo conocía a Alvaro M. de una obra en un restaurante y luego cogió amistad. Asegura que él le pidió que hiciese una carta de invitación a una viajera sudamericana, la acusada Noelia, y él adelantó los gastos. Negó que el jefe le hiciese pasar por el novio de dicha pasajera pero sí le pidió que fuese a recogerla al aeropuerto de Barajas. No le pidieron que se quedase con su equipaje.

«Me di cuenta de que tenía algo en el bolso»

La acusada Noelia contó a su abogado que un amigo de Paraguay le habló de ir a trabajar en un restaurante de España y que debía decir que le había invitado un chico que conoció por Internet. «Nadie me dijo lo que llevaba en el equipaje, me lo dieron y no sospeché nada hasta que me detuvieron y me di cuenta que tenía algo en el bolso. Si yo tuviese conocimiento, no lo habría aceptado el viaje. Me llamaban para preguntar si estaba tranquila por el viaje», dijo. Añade que en Paraguay cuidaba a su padre discapacitado, trabajaba en casa, tiene dos hijos y «estaba desesperada y acepté el trabajo. Yo no tengo culpa de nada».

El juicio se suspendió cinco minutos por un episodio de narcolepsia de un acusado, que se quedó dormido en medio del juicio.

Unidos por una casa de citas

José A. L. indicó que en marzo del 2017 montó una empresa de aluminio y negó que le apoden el Negro. Fue compañero de prisión del Alvaro y este le llamó para asesorarle sobre las obras de montar una negocio de casa de citas. Ignora todo sobre el tráfico de cocaína y se declaró inocente. «Creí que me investigaban por una plantación de marihuana, fue lo único que encontraron en mi casa», dijo.

El exrecluso Felipe H. negó los hechos. También fue amigo en prisión de Alvaro. No acudió a una cita con él en Barcelona porque supuso que el arousano quería montar un local de masajes eróticos.

Yolanda M. R., una pensionista inválida con una incapacidad del 68 % por un ictus sufrido a causa de una paliza machista, dijo que algunos acusados, como Felipe H., los conocía de llevar los hijos al mismo colegio. Nunca le propusieron ser destinataria de un paquete de correos ni le llevó. Sufre amnesia y muchos ataques epilépticos y necesita ayuda de una tercera persona para la movilidad. «Durante el día dejo a mis hijas y me voy a casa», afirma.

Por su parte, José A. E., dijo que solo conocía a Álvaro. El día de la detención, le llamó para pedirle 200 euros y fue a avenida de América en coche, y se le echaron encima la Policía y los agentes se quedaron las maletas. «No sabía nada», afirmó. Javier T. no quiso declarar.

En las audiciones, a primeros del 2017, el organizador propone a un contacto que «tú le regalas la maleta a la chica, ella no sabe nada y tú te llevas quince palos. Les pagas el billete. Coges una maleta de marca para el paripé, con ropa para que vayan bonitas. Son cuatro palos por cada una, cuatro milloncitos por cada una».

En otra conversación posterior, un contacto sudamericano le avisa de que en unos días se pondrán en ello y se queja al cabecilla de que no le responde a sus mensajes de Skype. El jefe responde que no está pendiente porque es un sistema habilitado para comunicarse solo entre ellos.

Otro cómplice sudamericano dice que «las niñas no se tragan el cuento y desconfían» y el jefe les responde: «cómprales ropita de Dolce & Gabanna en una tiendita» para camelarlas «y ya las traes de cabeza».

Recetas

En las conversaciones grabadas, el jefe da instrucciones a su contacto en Paraguay para que escanee los papeles de la correo humano a todo color en un cíber que tenga bien la tinta. También le ordena borrar del teléfono de la pasajera cualquier correo electrónico o imágenes que lo implique a él. Además, le encarga comprar una maleta grande para facturarla y que debe estar a juego con la bolsa de deporte y el bolso de mano que llevará la pasajera en la cabina.

La charla finaliza con unas instrucciones o receta para elaborar un mejunge que anule el olor de la cocaína en las maletas que irán impregnadas con el estupefaciente. El ingrediente principal es la manteca de serpiente. La masa la mezcla con medio litro de alcohol de 96 grados que hay en todas las farmacias. «Coges una olla, lo metes todo dentro, la mostaza, el tomillo, y metes la licuadora, y pim-pam, y si se queda espeso le echas más alcohol. Tiene que estar bien liquidito. Desde un metro zum, zum, lo ventilas por todos lados», añade. El objetivo es que el equipaje huela a serpiente, con el fin de despistar a los perros antidroga y pasar los controles. 

De las conversaciones se deduce que la banda quería hacer un doble negocio con las pasajeras: por un lado, las traían a España para trabajar en un bar, casa de citas o local de masajes y, de paso, traían las maletas cargadas de droga sin ellas saberlo.

El juicio seguirá mañana aunque tres acusados han pedido ausentarse por motivos de salud y algunos para evitar la molestia de los traslados desde la cárcel. Uno sufre episodios de apnea, otra mujer es inválida y el tercero también alega razones médicas.