No hemos aprendido nada de los errores ambientales

Antón lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

M. Moralejo

La dinámica de rellenos vuelve a acechar la ría con el propósito de nuevas actuaciones portuarias

20 mar 2019 . Actualizado a las 11:54 h.

No hemos aprendido nada. Decía Chesterton que un optimista es como una tetera, que está hasta el cuello de agua hirviendo y todavía silba. Pero hay semanas en las que supone un sobreesfuerzo conservar el optimismo.

Hoy queremos ofrecerles unas breves pinceladas de muchos temas distintos que confluyen en la misma dirección, la que demuestra que, con lo injusto que es generalizar, a pesar de los discursos que se nos vienen encima estos meses en los que, cuando toque rellenar, nuestros candidatos y candidatas se acordarán de la cosa esa ambiental, en el fondo no hemos aprendido nada sobre la importancia real que tiene lo que objetivamente sustenta todo.

La dinámica litoral, gravemente alterada por décadas de rellenos portuarios, puertos deportivos, playas artificiales, paseos marítimos, destrucción de ecosistemas dunares, etc. no solo condena al olvido sine die la única señal esperanzadora que teníamos, el proyecto de regeneración de Samil, sino que el Puerto proyecta una agresión más, el nuevo relleno con más de 50.000 metros cuadrados, ampliando la que fue nuestra mayor agresión contemporánea a la ría en Bouzas. Los bancos marisqueros de la ría, ya seriamente dañados, sufrirán las consecuencias. El abastecimiento de agua es, según el alcalde, «el principal problema de la ciudad». Consecuentemente, además de mantener el sistema de tarifa que más incentiva su derroche (a pesar de un acuerdo unánime del pleno, para cambiarlo), además de tirar por las aceras más de 200 millones de litros de agua (depurada y potabilizada) anualmente en baldeos, vamos a inaugurar otra fuente ornamental más que escupirá su chorro a varios metros de altura.

Tener el récord de Galicia de contaminación lumínica, que está dañando de forma lenta y persistente nuestra salud y provoca alteraciones graves al conjunto de las especies y los ecosistemas no nos parece suficiente. Al impacto de los nueve millones de luces de navidad añadimos ahora la iluminación de la muralla del Castro. Quizás este proyecto absurdo suponga por fin que las Cíes pierdan su distinción como destino turístico Starlight, siendo esto lo menos importante de los efectos de esta contaminación. Unas islas que no han tenido un alivio a la presión humana en otoño e invierno, condenadas a ser un mero recurso turístico legitimado por su plan de uso y gestión que, más allá del lavado de cara verde, en el fondo renuncia a su conservación.

Con absoluta impunidad, sin evaluación de impacto ambiental y, lo que es más grave, el silencio cómplice de las autoridades autonómicas de medio ambiente (y la bendición de patrimonio) empiezan las talas previstas en el Castro. Una suma más a la pérdida de arbolado, que no la única.

Las recientes podas, en realidad decapitaciones en plena primavera (cuando no se deben hacer) de los árboles de la alameda son la primera parte de un proceso secuencial que vivimos en tantas calles y parques. Primero los árboles se debilitan por compactación y falta de oxigenación del suelo, a continuación se suma la falta de nutrientes que ni se permiten por aporte natural (las hojas caídas se retiran del suelo para «limpiar»), ni se aportan externamente, por ejemplo incorporando compost urbano que seguimos sin producir.

Sumamos la falta de agua, bien por alcorques inadecuados (cuando existen) o por la mencionada compactación, cementado o asfaltado de su entorno.

Si aún así sobreviven, aplicamos a continuación las talas salvajes en pleno momento de rebrote. Inevitablemente los árboles enferman. Otra cosa sería un milagro.

Objetivo conseguido: ya podemos justificar su tala argumentando que están enfermos. Y la contaminación de la ría, que persiste a pesar de las sobredimensionadas infraestructuras que, otra vez iban a resolver definitivamente el problema. Y el cambio climático, por supuesto. Los 20 kilos de veneno diarios por persona que decíamos la semana pasada, el incremento del 5% del trafico en Vigo por década. No hemos aprendido nada. Suspendemos y no nos quedan muchos septiembres para recuperar. Al menos, alguien aprueba, los chicos y chicas que anteayer salieron a la calle en Vigo. Decía una pancarta de cartón que sujetaba, por supuesto, una chica «Estamos perdendo clase para darvos unha lección». ¿Queremos aprobar?