El rayador

Eduardo Rolland
Eduardo Rolland LA BUJÍA

VIGO CIUDAD

02 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes los mayores salían a la calle a ver obras. O se sentaban en un banco a dar de comer a las palomas. Pero ha tenido que ser en Vigo, ciudad innovadora, donde ha aparecido un nuevo prototipo de jubilado: el rayador de coches. Es el caso del vecino del barrio de O Calvario que fue detenido esta semana tras dejar su firma indeleble en siete vehículos, con lo que eleva a 1.120 los que ha destrozado en el último año.

Está claro que en televisión, a ciertas horas, no dan nada bueno. Y que, cuando el médico te prohíbe fumar y te quita el vinito, la vida se vuelve más aburrida. Pero, ¿de verdad hay que llegar a estos extremos para entretenerse? Porque hay que decir que el rayador se emplea a fondo: 1.120 vehículos en un año supone no bajar de cuatro destrozos diarios. Con la ventaja, eso sí, de que es un deporte barato: basta una llave de casa y unos palillos finos.

Esperemos, por tanto, que no cunda el ejemplo. Y que no proliferen los manguis de la tercera edad. Que tal vez sean supervivientes de las bandas de Vichita, la Ferrería o la calle Marín. Y que, llegados a la edad dorada, quieran reverdecer viejos laureles practicando el vandalismo y dando palos a la puerta de los bancos para robarle la pensión a sus congéneres. La banda del Sintrón: «¡Que te reviso, y lo que encuentre para mí!».

Es posible el abuelo rayador entre en prisión. Pero, a los 79 años, hay gente que sube el Everest, así que tampoco es tarde para vivir la experiencia. Y, si le gusta rayar, y amargarle la vida al prójimo, en A Lama puede contar los días haciendo rayas en la pared y sentirse como el Conde de Montecristo.