Iria Sobrino: «Sin el patrimonio industrial no entenderemos esta ciudad»

Jorge Lamas Dono
j. lAmas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

La experta defiende una flexibilidad burocrática a la hora de proponer segundas vidas a estos edificios

06 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La arquitecta Iria Sobrino lleva más de veinte años vinculada al estudio y la defensa del patrimonio industrial.

-¿Qué se entiende por patrimonio industrial?

-Es el habitáculo que ocupaba una empresa dedicada a usos industriales y también la maquinaria que requerían para alguna parte del proceso productivo. En términos genéricos no siempre se incluye la maquinaria. Digo esto porque a veces existe un patrimonio valiosísimo dentro de los edificios que no se está rescatando. A todo esto añado el patrimonio humano porque la historia de una ciudad puede estar ligada a la historia de una empresa y eso es lo que tiene más fuerza. Las industrias y las empresas no solo son ellas sino también lo que han creado en los barrios de su alrededor. Es la huella humana que ha generado la industria, a eso le llamamos los flujos invisibles y es algo que hay que cuidar.

-¿A que se refiere?

-Hay barrios de gente trabajadora que crecieron alrededor de un espacio de trabajo. Si ese espacio industrial desaparece y en su lugar nacen edificaciones modernas que forman un tejido de residencia contemporáneo sin más (como en Álvarez), entonces todo ese barrio pierde sentido y deja de entenderse. Cuando no respetamos ese invisible, que es lo que ha generado la empresa a su alrededor, lo que desaparece es mucho más grave que la desaparición de las máquinas o el habitáculo. Dentro de la historia de la arquitectura, hay ejemplos muy limitados de edificios industriales con relevancia arquitectónica en Vigo; pero en términos de urbanismo la cosa cambia.

-¿Se entiende el valor de este tipo de patrimonio en la sociedad?

-Se entiende como un patrimonio reciente y se reconoce el valor humano y emocional que encierran estos lugares. Ahora, entre todos estamos viendo qué podemos hacer con eso, sobre todo en ciudades como Vigo, debido a su poderosa importancia en el desarrollo. Andar con cautela en la reflexión de su futuro es saludable porque es un patrimonio que no se debe tratar como otros, como puede ser una iglesia o el patrimonio arqueológico. Es una nueva categoría, está metido dentro de las ciudades y no podemos musealizarlo ni convertirlo en un objeto de culto porque era un objeto dinámico que nació para ser productivo y, en la mayor parte de los casos, no estaba pensada como una arquitectura duradera y funcional.

-¿Y cómo se debe enfrentar?

-De una forma nueva, flexible, cuidadosa y que respete eso que los arquitectos llaman los fantasmas del lugar. ¿Cómo se puede plasmar eso en nuestra ley de patrimonio? No es tan fácil. Hay que tener flexibilidad burocrática. Ocurre actualmente en algunos núcleos de rehabilitación; cuando algún arquitecto lo afronta escapando de la normativa, para lo que tendría que pedir todo tipo de exenciones, puede recurrir a un tribunal de calidad arquitectónica. El que lo afronta tiene un criterio de rehabilitación que implica saltarse algunas normativas, pero lo hace de una forma razonada. Entonces hay un tribunal transversal que juzga si eso tiene valor o no. Es una medida que yo aplicaría a este tipo de patrimonio porque es muy difícil hacer unas normas como las que se aplican a los otros. Algunas cosas saldrán mejor y otras peor, pero nos aseguraríamos que existiese una intención.

-¿Mejoró la protección de este patrimonio en los últimos años?

-Estoy muy atenta desde hace veinte años a lo que piensa la gente al respecto y creo que desde que se lanzó la propuesta para obtener el BIC para La Panificadora en 1995 -con los arquitectos E. Berea y J. C. Fernández Ameal, y los historiadores E. Bragado y C. G. Movilla-, a la que algunos arquitectos se opusieron, ha habido un clarísimo cambio de actitud. Quienes no le veían posibilidades o segundas vidas se han dado cuenta de que aquellos que lo defendían estaban viendo otro tipo de patrimonio.

-¿En Vigo ese tipo de patrimonio está solo relacionado con la pesca?

-Hay mucho patrimonio industrial relacionado con la pesca, pero en el momento en el que se coloca esa gran mancha que es Citroën, esta ciudad crece de una forma impresionante. Así que, de cada una de las actividades industriales que se han ido desarrollando en Vigo, hemos creado una parte de nuestra ciudad, a veces más grande, a veces más pequeña. Creo que Vigo es una ciudad del trabajo, por eso el patrimonio industrial vinculado a Vigo es tan importante en términos de conservación, transformación, mantenimiento, segunda vida, lo que sea, y si nos lo cargamos no entenderemos nada de esta ciudad.