«Prefiero pasar hambre yo a que la tenga que sufrir mi hija de 8 años»

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Empleados de la zona azul pasan su primer día sin comer

21 nov 2018 . Actualizado a las 07:41 h.

«Prefiero pasar hambre yo a que la tenga que pasar mi hija de 8 años en el futuro», cuenta Gabriel Iglesias a las puertas de la oficina de la empresa Dornier. la concesionaria de la zona azul de Vigo. Gabriel Iglesias, de 50 años, es uno de los 25 trabajadores que se encuentra encerrado en la sede de la empresa desde el pasado lunes. Ayer fue uno de los siete que inició una huelga de hambre, una protesta llevada a su caso más extremo en defensa de los puestos de trabajo tras el despido de 8 compañeros.

El primer día de huelga no hizo mella en los rostros de los huelguistas, a los que se les veía animados. Gabriel aseguraba que «resulta increíble que el Concello sea incapaz de meter en cintura a la concesionaria y ponerla en su sitio».

No parece fácil dada la demora del procedimiento. Desde el primer momento, la Concejalía de Seguridad advirtió que la empresa no podía despedir a trabajadores y que les abría un expediente. Pero este no se ha resuelto después de 81 días de huelga. El alcalde, Abel Caballero, recordó ayer que el asunto no es fácil porque hay que respetar la legalidad.

José López González es otro de los huelguistas. «Acabamos de empezar la huelga y lo vamos llevando. Lo más fastidiado es la situación psicológica. Vivo con mis padres, que tienen más de 80 años y están muy preocupados», dice.

Los despedidos ya han comenzado a recibir el paro, unos mil euros, que es aproximadamente un 70 % del salario que tenían. El resto de huelguistas está sin cobrar.

Carlos Sánchez, otro encerrado en huelga de hambre, tiene una salud precaria. «Soy diabético. Tengo que dormir con mascarilla y dentro de quince días me tienen que operar de una hernia de hiato. Tras el despido cobro 400 euros menos que antes y mi hija está cursando bachillerato, que es muy caro en el colegio. Mi situación es muy complicada», confiesa este trabajador.

La Policía Nacional se personó en las oficinas de la calle Pracer donde están encerrados los trabajadores, pero no identificó a ninguna persona y no observó ningún desperfecto.